Templo Mayor

AutorF. Bartolomé

POR MUCHO que Andrés Manuel López Obrador diga que hay que darlo por muerto, en realidad se pasa de vivo.

HABRÁ quienes no comulguen con el Peje-estilo, quienes crean ilusamente que un gobernante tendría que ser el primero en respetar las instituciones y, sobre todo, el Estado de derecho.

PERO en México no es así. Desgraciadamente sigue muy vigente aquel precepto que dice "el que no transa, no avanza".

DE ESA FORMA es entendible que, en medio de la tormenta, López Obrador siga cosechando dividendos políticos.

EJEMPLOS es lo que sobra. El más reciente fue hacer público un documento confidencial entregado por el gobierno de Estados Unidos al gobierno mexicano, con las transacciones de Gustavo Ponce en Las Vegas por más de un millón 600 mil dólares.

EN TÉRMINOS estrictamente jurídicos, de no contar con el fuero que lo protege, López Obrador podría haber sido detenido "en flagrancia" durante la conferencia en que presentó dicho documento por el delito de obstrucción de la justicia.

SIN EMBARGO, en términos de real-politik el Peje se parece más a esos que se meten en la fila sin importar las protestas de los que estaban formados; es como esos que consideran que la justicia sólo es buena cuando les va bien.

POR ESO a pesar de haber provocado el rompimiento en la colaboración EU-México sobre información financiera, López Obrador queda mejor parado que cualquiera de sus adversarios en el gobierno federal.

¿POR QUÉ? Pues porque, mientras él sí aprovecha filtraciones de averiguaciones previas federales, nunca soltó prenda de las averiguaciones que su propia Procuraduría ha traído en torno a la corrupción detectada en su administración.

LO DICHO: el que agandalla, no batalla.

COMO BUEN PILOTO, Sergio Estrada Cajigal sabe que de un momento a otro tendrá que apretar el botón de...

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