TEMPLO MAYOR

AutorF. Bartolomé

¿LAS ELECCIONES de ayer fueron un cochinero? No. Entonces, ¿por fin fueron unos comicios limpios? ¡Tampoco!

EN REALIDAD México ha alcanzado un nuevo nivel de sofisticación electoral: el marranero legalizado. Esto es un proceso electoral repleto de cochinadas por parte de todos sus participantes, pero, eso sí, todo dentro de la ley.

ASÍ, los partidos exigen limpieza, pero nada dicen de sus campañas adelantadas, del derroche de recursos públicos, de las donaciones en especie por debajo del agua o de los operativos de "promoción" del voto que tanto recuerdan a los viejos mapaches.

LUEGO ESTÁN los gobernadores que se inmiscuyen en las elecciones de sus estados ¡y de los vecinos! Envían dinero, vehículos, "operadores electorales", despensas... lo que haga falta.

IMPOSIBLE ignorar el caso del gobernador que entró a Coahuila con una deuda de menos de 350 millones de pesos, la dejó en ¡32 mil millones! y, por si fuera poco, hoy le hereda a su hermano el cargo, de manera legal, claro, pero... ¿entonces es en serio que la moral es un árbol que da moras?

EL GOBIERNO FEDERAL no se queda atrás y asume, como el caso del Estado de México, las campañas panistas casi como un asunto personal.

A ESO hay que sumar el triste papel de las autoridades electorales: consejeros del IFE que responden a intereses partidistas y magistrados del Trife que se hacen de la vista gorda ante el juego sucio de todos los demás.

¿Y DE QUIÉN es la culpa? En primera instancia de los diputados y senadores que, en lugar de asumir su papel como representantes populares y pensar en el beneficio y el futuro de la nación, se conforman con ser sicarios legislativos de sus respectivas pandillas, perdón, de sus partidos políticos.

PERO EN el fondo, tal vez, la culpa sea de los ciudadanos por seguir aguantando y patrocinando este sistema ¿democrático?

AH, y una cosa más: la cosa va a ser...

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