Un tango para Zulema

AutorMaría Luisa Medellín

No se lo explica de otra manera, la pasión por el tango penetró en sus venas desde que el vientre materno la resguardaba.

Esas temperamentales canciones llegaban a oídos de Zulema porque Clemencia, su mamá, las cantaba en casa, acompañándose del piano.

Ella le platicó también que tendría un par de meses de embarazo cuando Carlos Gardel perdió la vida en un accidente aéreo, el 24 de junio de 1935, y como a miles de seguidores en el mundo le impactó demasiado.

Su pequeña traía ya esas marcas profundas al nacer el 29 de enero del año siguiente, en Nueva Rosita, Coahuila.

"Estoy segura que por eso no me puedo alejar del tango, le agarré mucho amor", relata con su voz grave Zulema González Pérez, quien tiene 27 años al frente del Club Amigos del Tango de Monterrey, A.C., y tres más entre sus filas.

"Es que lo de Gardel fue la misma historia de Pedro Infante, un tipazo de 45 años que muere en pleno éxito, en un avión que chocó con otro antes de despegar en la pista de Medellín, Colombia".

En la confortable estancia de su hogar, esta dinámica mujer alta, de cabellera corta y casi plateada, narra que su madre era dueña de una voz privilegiada que entonaba himnos sacros en la iglesia bautista, pero en la intimidad del hogar prefería las sentidas letras de las milongas.

"Compraba partituras y le encantaba La Cumparsita. En mi niñez seguí oyendo ese tipo de piezas, pero nunca pude tocarlas ni cantarlas como ella, no tengo buena voz y nunca pasé de los ejercicios en las clases de piano, no sé por qué".

La charla transcurre y el gemir de un bandoneón seguido de unas coplas desgarradoras cobra intensidad desde otra habitación: "Uno va arrastrándose entre espinas, y en su afán de dar su amor, sufre y se destroza hasta entender, que uno se ha quedado sin corazón".

La melodía clava sus dardos pasionales desde el canal de tangos que Zulema sintoniza día con día, pero ella se adelanta a explicar que no todo en este género es tragedia.

"Hay letras de mucha actualidad, chuscas, tiernas, de protesta, vivencias", asegura acomodándose los lentes de liviana armazón metálica.

Y se ha vuelto a poner de moda desde que Al Pacino, en el personaje de un ex coronel ciego bailó 'Por una Cabeza', durante una hermosa escena de la película "Perfume de Mujer".

Siempre surge algo nuevo, añade. Algún jueves en el club la sorprende una canción que desconocía y con frecuencia se entera de grupos y solistas de distintas partes del mundo que manejan fusiones, sonidos modernos o que revaloran lo tradicional.

A ella le atraen las composiciones contemporáneas de la argentina Eladia Blázquez, dedicadas a Buenos Aires. Aunque, sin duda, sus favoritas son: El Último Café y Volver, y enseguida lo entona a media voz: "Sentir que es un soplo la vida, que veinte años no es nada...".

I

La niñez y adolescencia de Zulema...

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