Tan lejos de Fox, tan cerca de Diego

AutorRoberto Zamarripa

MURAL /México

Luis Felipe Bravo jalaba aire y trataba de alzar la voz: "con esta alegría, con este espíritu de camaradería, de unidad..." balbuceaba ahogado por un impertinente coro de delegados que tronaba "¡Die-go! ¡Die-go!". Luis Felipe, ya nervioso, hablaba rápido como si con la velocidad pudiera callar la insistencia, y dijo que daba por clausurada la asamblea a las 11:45 horas del "25 de marzo del 2000", .

Entre los dirigentes nadie quiso darse cuenta de la pifia sino más bien ya tenían ganas de irse, porque entre más tiempo pasaba más crecía la gritería, "¡Die-go! ¡Die-go!". Y no importaba que el presidente del partido hubiera clausurado la asamblea de hace un año, o que el Presidente de la República, Vicente Fox, confundiera los apellidos de próceres panistas y ensalzara en su discurso mal leído a "Efraín González Morín" en lugar del jalisciense González Morfín. El grito seguía: "¡Die-go! ¡Die-go!"

Ya había hablado Fox del fin de "los tiempos en que el Presidente exigía lealtad incondicional a su partido. Eso ya no existe, no existirá nunca más". Ya había dicho que "el PAN no es ni será un partido de Estado a las órdenes del Presidente. Al contrario, requerimos de un PAN fuerte, vigoroso y crítico, pero también responsable y constructivo".

Ya había tomado protesta el nuevo consejo nacional que dejó fuera a figurines y figurones. Ya había que clausurar pero el coro de los asambleístas, más de dos mil, insistía como en las tribunas argentinas en las mejores épocas de Maradona: "¡Die-go! ¡Diego!".

Fox fue recibido con tronar de matracas, ese fino instrumento que el priísmo había hecho suyo, particularmente en el ámbito de los billeteros y los petroleros, pero que hoy en manos de militantes panistas jaliscienses resonó junto con enormes sonajas. Aunque esa escandalera de bienvenida al final cedió a otro grito, sin matracas ni cascabeles, era a puro pulmón: "¡Die-go! ¡Die-go!".

Desde temprano los líderes del blanquiazul bajaron al restaurante del hotel Hilton para tomar café antes de sesionar en el salón Africa y determinar el futuro de la Asamblea. La falta de quórum había frustrado la elección de consejeros y los panistas estaban a punto de caminar en la ilegalidad interna por la elección irregular de su consejo.

Después de la sesión tempranera del CEN retornaron a desayunar. Diego Fernández, vestido de mezclilla azul, tanto la camisola como el pantalón, caminó festivo entre las mesas. Topó con la de Luis Héctor Alvarez, quien departía...

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