Ni tan cortos...

AutorSandra Rodríguez

Los "cortos" antes de la función. Desde hace ya mucho tiempo, quienes experimentan este sentimiento son muchos espectadores, debido a que tienen que ver publicidad antes de que empiece la película.

Llegar al cine unos minutos tarde para evitar la avalancha de "cortos", es decir, de anuncios, avances de cintas y promos, no es conveniente. Para empezar, nadie sabe exactamente cuánto durará.

Además, sería difícil encontrar un buen lugar en la oscuridad, cuando la mayoría de los asientos ya están ocupados y con la incomodidad adicional, tal vez, de ir cargando una gran bolsa de palomitas.

Algunos espectadores preferirían que las películas empezaran a la hora señalada en la cartelera, y que los avisos se proyectaran antes. Pero no es probable que esto suceda, pues lo que el cine desea es tener una audiencia cautiva que forzosamente vea los anuncios.

¡Y vaya que está cautiva! Es fácil, por ejemplo, ignorar la publicidad que aparece en revistas y televisión; basta con cambiar la página o el canal. Sin embargo, en el cine es más invasiva, porque no hay más opción que verla.

Anuncios que agobian

A pesar de que los comerciales no son populares, nunca ha surgido en México una iniciativa seria y oficial de quitarlos de los cines, señala Claudia Prado, coordinadora de difusión del Centro de Capacitación Cinematográfica.

"Eso sí, los cortometrajistas frecuentemente comentan que preferirían que sus trabajos se exhibieran en vez de los anuncios", agrega.

Algunas salas estadounidenses empiezan la película a la hora programada y exhiben los anuncios previamente. Otras están empezando a seguir el modelo de México, por lo que han recibido críticas.

También ha surgido en Estados Unidos el Captive Audience, que presiona a los cines para que eliminen la publicidad. Sus voceros afirman que el espectador paga por ver la película, no los anuncios.

"La publicidad en televisión, periódico, radio y revistas debe tolerarse, porque es su principal fuente de ingresos. Pero para el cine, desde hace unos 100 años hasta 1997, cuando se empezaron a transmitir anuncios, las ganancias provenían exclusivamente de la dulcería y el boletaje. Y el negocio era sustentable, así que la publicidad no es necesaria", expresa Roger Ebert, afamado crítico de cine que apoya a la organización.

Captive Audience, grupo que puede ser contactado a través de www.captiveaudience.org, hasta ahora no ha provocado cambios, pero al menos hace el intento.

Cuando un anuncio específico le resulte...

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