Tambores y trompetas a Francisco Urquizo

AutorJosé Galindo

Con redoble de tambores y clamor de trompetas dio inicio la ceremonia. Veinte soldados bajo el mando de un subteniente rindieron "Honores de ordenanza" al General de División Francisco L. Urquizo (1891-1969), para dar paso a la presentación de sus Obras escogidas.

Ayer, en el Museo Casa de Carranza, Urquizo fue homenajeado de esta manera en su calidad de General, pero en su calidad de "novelista del soldado" -como ha sido llamado por la crítica- se cantaron en su memoria las canciones revolucionarias de la Adelita y la Valentina. Y para recordarlo, no como General ni como novelista, sino como ser humano, estuvieron presentes sus hijos, nietos y bisnietos.

Los más atentos a las tres llamadas de honor y a la diana con que se despidió la banda militar, los que con más asombro veían a los soldados batir sus tambores, eran precisamente los bisnietos del General. Y aunque no podía ver la actitud de los niños, puesto que él estaba dentro del auditorio como de representante del Fondo de Cultura Económica, el poeta Adolfo Castañón recordó la afirmación de Urquizo que decía que todos los hombres, de pequeños, hemos tenido un gran amor por el Ejército.

"Probablemente los chicos de hoy verán a los soldados como yo veía a aquella pequeña guarnición de mi pueblo, con admiración y con respeto, y a la vez con un cariño inmenso para esos hombres que se me antojaban diferentes de todos los demás", dijo Castañón citando al General Urquizo.

"Yo los veía más grandes, luciendo un uniforme y unas armas que sólo ellos podían usar. Los veía marchar a compás y hacer sus movimientos todos ellos como si fuesen uno solo, y pensaba con deleite que cuando fuera grande yo sería soldado como aquellos que llevaban cintas doradas en las bocamangas y en el kepí...

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