Relicario/ El tajo de la muerte

AutorAlejandro Rosas

En su afán por adueñarse de mayores extensiones de tierra, los españoles declararon la guerra al lago de Texcoco. Su lucha contra el permanente asedio de las aguas inició a principios del Siglo 17, y como la naturaleza nunca cedió terreno, las autoridades tomaron una determinación asombrosa: ordenaron desecar el entorno lacustre. En 1607, luego de una inundación, Enrico Martínez presentó un proyecto para la construcción del desagüe del Valle de México. La idea parecía descabellada: el "cosmógrafo del Rey" se comprometió a construir un inmenso túnel en la región norte del valle, a través del cual correrían las aguas del gran lago. La obra fue conocida como el desagüe de Huehuetoca; se realizó en menos de un año y se ganó todas las críticas posibles. Mal hecha, la construcción tenía vicios ocultos y presentaba continuos derrumbes. La inundación de 1629 -la más grave en toda la historia de la Ciudad de México- obligó a transformar el proyecto inicial, y la idea del túnel fue sustituida por otra no menos impresionante: construir un desagüe a tajo abierto. Los ingenieros creyeron posible atravesar los cerros de Huehuetoca y crear prácticamente un cañón artificial por donde circularan las aguas libremente. Durante todo el Siglo 17, la palabra...

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