Suplen euro con trueque

AutorIrene Savio

Corresponsal

VOLOS, Grecia.- El hangar encierra un laberinto de hortalizas, electrodomésticos, frutas, vestidos, puertas, libros. En el interior, las olas del mar Egeo se diluyen entre las voces de hombres y mujeres que discuten apaciblemente. Venden y compran. Están en el trajín de día de mercado, en Volos, puerto a 300 kilómetros de Atenas. Pero hay un detalle que llama la atención: no se oyen cajas registradoras, ni tintineos de monedas.

"Aquí no usamos euros. Aquí sólo se vende y se cobra en TEM, una divisa virtual que permite el trueque", explica la joven Alexandra Paraskeuas.

Los vendedores fijan el precio en TEM y, a cambio, reciben un comprobante con el monto del producto que van a ofertar. El comprobante va a un sistema informático, administrado por unas 20 secretarias que registran los TEMs para que la persona pueda comprar otras mercancías.

"Cada TEM vale un euro. Yo en tres semanas acumulé casi 900, me fui a la peluquería y me hice una limpieza facial", cuenta Emilia Giannarou, una ceramista de 47 años.

El proyecto nació hace dos años en Volos y aunque al principio no tuvo mucho éxito ahora, con la crisis como telón de fondo, se expande en toda Grecia. El número de miembros pasó de 50 a 300 mil y hoy en 20 ciudades griegas se desarrollan experiencias similares.

"Es un sistema que le permite a la gente obtener servicios y productos a los que ya no tenía acceso. Aquí el valor de las cosas depende directamente de la cantidad de trabajo realizado y de su utilidad en la comunidad en la que se vive", explica Christos, el joven ingeniero que realizó el sistema informático.

El sistema, que funciona los siete días de la semana (aunque sólo hay mercado los sábados), han comenzado también a adherir negocios tradicionales. En Volos, una carnicería, una panadería, un mecánico, una peluquería y otras tiendas le permiten a sus clientes pagar con TEMs. Las autoridades colaboran y, como no hay dinero de por medio, no se pagan impuestos.

Algunos se unieron al programa porque ya no podían pagar el alquiler de su local y corrían el riesgo de acumular una gran cantidad de productos no vendidos. Otros porque, con los recortes salariales y los aumentos fiscales, ya no llegaban a fin de mes y también hubo quien, gracias a este sistema, se abrió un negocio nuevo.

"Yo compré alimento para mis gallinas ponedoras. Una amiga, los tarros de vidrio que necesitaba para confeccionar mermeladas", explica Alexandra, quien gana 400 euros al mes por más de ocho...

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