¡Supercalifragilísticaespialidosa!

AutorFernanda Palacios

Encantadora, talentosa y siempre con la frente en alto, Julie Andrews ha logrado crearse un aire de misticismo en Hollywood, el cual se ha nutrido con la personalidad y esencia de sus personajes más icónicos.

Desde aquella inolvidable niñera mágica en Mary Poppins; pasando por la vanguardista Maria Von Trapp en La Novicia Rebelde, y hasta llegar a la elegante Reina Clarisse Renaldi de El Diario de la Princesa, la actriz ha conquistado a generaciones enteras de cinéfilos con su aura, personalidad y buen corazón.

Y es que, tanto en la vida real como en la pantalla, ha demostrado que al igual que su protagónico en el filme de Disney, con el que ganó un Óscar en 1965, a sus 85 años sigue siendo "prácticamente toda perfección".

Sin embargo, a diferencia de la mayoría de las historias felices y alegres que ha encabezado, la suya no ha sido fácil y ha tenido que aprender a ponerle buena cara a las adversidades.

Nacida el 1 de octubre de 1935 en Surrey, Gran Bretaña, Julia Elizabeth Wells (su nombre real) enfrentó el abandono de su padre, quien dejó a su madre Barbara Ward cuando se enteró que estaba embarazada.

Más tarde, su padrastro Ted, por quien adoptó el apellido Andrews, tampoco fungiría como un ejemplo positivo, pues bajo su alcoholismo intentó abusar de ella, experiencia que narró en su libro autobiográfico "Home Work: Un Recuerdo de mis Años de Hollywood", coescrito junto a su hija Emma Walton Hamilton, en 2019.

Las tablas artísticas las adquirió en los escenarios de Broadway, donde desde 1954 brilló por su talento nato e impresionante rango vocal, en producciones como The Boy Friend, Mi Bella Dama (papel que hiciera famoso Audrey Hepburn en el filme de 1964), y Camelot.

Con estas obras captó la atención de Walt Disney, quien pese a su nula experiencia en cine y dispuesto a esperar hasta que Andrews diera a luz a su hija, le ofreció el protagónico de Mary Poppins, lo que despuntó su carrera y la convirtió en un ícono instantáneo del séptimo arte.

Tras este éxito llegaron múltiples estelares en La Novicia Rebelde (1965), Millie (1967), ¡La Estrella! (1968) y Víctor Victoria (1982), con los que continuó forjándose un nombre en la industria.

Incluso apostó por personajes más oscuros y dramáticos en filmes como Nunca Comprarás mi Amor (1964) y Cortina Rasgada (1966), de Alfred Hitchcock.

A la par de este ascenso, el amor tocó a su puerta en dos ocasiones; la primera vez con el escenógrafo Tony Walton, con quien contrajo nupcias en 1959 y...

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