Sugerencias del Gourmet/ Sabor a Caribe
| Autor | G.L. Othón |
G. L. Othón Califica
Chambimbe
20 de Noviembre, local 30
Zapopan, Jalisco
Tel: 3633-4684
Estilo: Informal
Especialidad: Botanas caribeñas
**1/2
Una llamada disparó la nostalgia. Había que reunirse con un viejo compañero de correrías. Revisando las opciones locales, surgió al paso un restaurante de reciente creación, caribeño y colombiano, por más señas: el Chambimbe, ubicado en lo que se ha dado en llamar "las ramblitas", el corredor peatonal de la calle 20 de Noviembre, en Zapopan.
No cabe duda que basta una corta temporada para que un rincón urbano modifique su fisonomía. La bocacalle, tras cerrar el paso al tráfico de autos y con los Arcos de Zapopan como marco, presenta un lugar idóneo para establecer una serie de terrazas con sillas y sombrillas, muy al estilo del viejo continente, de ahí su mote barcelonés.
Esa visión tuvo el Mesón de Angel en su emplazamiento original, misma que retomaría para la fundación del restaurante griego Agios Aggelos. Una década después, no son menos de seis los locales que ofrecen diversas opciones de alimentos, bebidas y diversión, en tan sólo una pequeña cuadra.
La opción recién abierta era, para la noche en cuestión, la opción indicada. Las razones eran diversas y la principal, decíamos al principio, la nostalgia. Alguna vez coincidí en la heroica y amurallada Cartagena de Indias con este compatriota norteño que, en su calidad de anfitrión por llevar tiempo residiendo allá, me llevó a conocer la comida del Caribe colombiano.
Esta, valga la pena la advertencia, no es para corazones débiles. Por alguna curiosa razón, en el llamado "Mediterráneo de América" y sus costas continentales abundan los platillos plenos de especias y, sobre todo, aceite. Freír o no freír es ahí una cuestión zanjada desde hace tiempo.
Sin embargo, en la noche otoñal zapopana la preocupación era otra: las cortas mangas de la camisa hawaiana de mi colega y un restaurante caribeño no eran condiciones suficientes para establecer un clima tropical.
Tiritando y empuñando sendas bebidas, una León helada ($16.00) y su conversión playera en michelada, por medio de Clamato y su infaltable limón y sal ($20.00), entramos a buen resguardo.
El interior es pequeño y acogedor, y aunque su decoración no alcanza a ocultar su origen como local comercial, sí disimula un poco los estragos que las modas arquitectónicas infligieron a nuestra ciudad hace un par de décadas.
Así, paños en azul y amarillo y algunas artesanías de aquellos lares se combinaron...
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