Sugerencias del Gourmet/ Inciertas búsquedas

AutorG. L. Othón

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A pesar del nombre en francés, la manta que cuelga de su fachada lo señala como un restaurante de comida internacional, aunque muchos de los platillos ofrecidos efectivamente pertenezcan a los clásicos de la comida francesa.

Fondue de queso, $90.00; sopa de cebolla, $35.00; pollo al estragón, $70.00; plato de quesos, $45.00; filete de robalo en sala de queso gruyere, $95.00; ensalada César, $65.00; robalo meunier, $90.00 y filete mignon, $85.00, se entremezclan con otras opciones más internacionales, como brochetas mar y tierra, $85.00; sirloin a las finas hierbas, $90.00, y mexicanas, como la sopa tarasca, $27.00, y los camarones gigantes al tequila, $149.00. La breve carta es sencilla y algo predecible.

El aspecto general del lugar reluce de nuevo. La casona, recientemente remodelada, se encuentra frente a Plaza México. Se inauguró hace sólo tres semanas y recibió a mi grupo de invitados, un día de semana, con el restaurante casi vacío.

Manteles y servilletas de poliester, color guinda, sillas de color ad-hoc, flores de papel, cuadros, y meseros uniformados complementan la impresión inicial de un ambiente que recién arranca.

Ray Conniff hace de las suyas, y una involuntaria atmósfera como de los 70 emerge desde lo más profundo de la filosofía de este lugar.

La tierna pretensión de lo francés, como símbolo de categoría y de las maneras como emblema de una tradición culinaria flota en este espacio, algo exento de una más verdadera sofisticación.

La tradición francesa, respetada y alabada por medio mundo, pareciera de alguna manera desvanecerse entre la nebulosa del tiempo y la confusión desatada por la globalización.

Las carnes y las cremas juntas, las pechugas de pollo en salsas de queso y los acompañamientos de verduritas cocidas ya no despiertan tanta curiosidad entre los jóvenes, y las mezclas duras no resisten las arduas tardes de trabajo que nos esperan a la mayoría de los mortales.

No nos importa. Ray Conniff, sigue y sigue; mientras unos cinzanos, $33.00; camparis, $35.00; oportos, $35.00 y limonadas, $15.00 acompañan a una buena canasta de pan, con pequeños panecitos hechos en casa y, por fin, trozos de birote y galletas saladas de varios tipos.

Un platillo con mantequilla se estaciona acompañando la canasta, que no nos distrae mayormente.

Jamón serrano con melón, $49.00, se consume con afán, pues el birote acompaña con dignidad, esta clásica presentación un poco desgastada.

El jamón luce opaco y oscuro, los trozos de melón muy...

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