Sugerencias del gourmet / ¡Para gozarla!

AutorG.L. Othón

Interesante resultó la visita al Xian Cantina Oriental ubicado en la Calle Roble y la Avenida Ricardo Margáin, en Garza García.

Fue todo un suceso para mí y mi grupo de amigos, que ya no somos adultos jóvenes, pero tampoco llegamos a ser adultos mayores, ¿me explico?, edad difícil para divertirse como en los tiempos mozos, digo difícil porque ya no nos acoplamos a los "antros" y resulta demasiado aburrido estar sólo platicando en los restaurantes, y ni qué decir de tomar la copa y sentirse acartonado en el bar de algún hotel.

Cuando recién llegamos, el Xian lució bastante vacío, pero el mesero nos aseguró que no tardaría en llenarse a reventar y que los viernes es imposible arribar sin reservación, pues siempre está al máximo. Así es que ni tardos ni perezosos, nos dimos a la tarea de revisar el menú para ir ordenando nuestras entradas.

En primer lugar pedimos unos calamares tahi, deliciosos, sólo que demasiado fritos, por lo que se perdió un poco el sabor del calamar, pero los disfrutamos al máximo acompañados de unas cervezas muy frías. Esperando nuestra segunda entrada, me dediqué a observar el restaurante, por cierto muy bien diseñado en cuestión de "tecnología", ya que tienen más de 20 pantallas estratégicamente acomodadas para que con sólo ver al frente desde cualquier ángulo, disfrutes de los videos y la música de las décadas de los 60, 70, 80 y 90, y alguno que otro colado de la música actual. Todos éstos muy bien dirigidos por el D.J. Carlos Huerta.

El sitio se empezó a animar y nosotros a sentirnos más cómodos, pues la gente que llegó, en su mayoría o pisaba los 30 o ya los pasaba, situación que hizo que nosotros los más mayorcitos no nos viéramos tan fuera de lugar.

Llegaron nuestras siguientes entradas; fueron unos dumplings de vegetales, que estuvieron extraordinarios, tanto que volaron, además de unos springs rolls que también nos parecieron excelentes en sabor, pero un poco grasosos.

A medida que pasó el tiempo, en el Xian se empezó a sentir la ebullición de los ánimos que eran tan contagiosos, que muchos comenzaron a bailar en sus lugares, y como además ofrecen servicio de paquetazos (grandes charolas servidas con sushis, costillas y demás bocadillos), facilitan el danzar y comer al mismo tiempo.

Yo me puse ansioso de que llegara mi cena, pues me moría también por bailar en mi lugar, dado que la música me recordó mis años de estudiante y no faltó aquella canción que me trajo gratos recuerdos de esa época.

La cena tardó un...

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