Sugerencias del Gourmet / Restaurante con vista

AutorG.L. Othón

Al llegar a la segunda sección de Chapultepec, se siguen los letreros y en pocos instantes aparece la bella construcción que alberga al restaurante El Lago. Una hostess indica la mesa y el enorme ventanal permite observar el lago. Destaca en el interior un mural de colores vivos de Rodrigo Pimentel.

Ya con el apetito a cuestas, se pide uno de los clásicos del lugar: Taquitos de rib eye ($130.00), que traen tuétano y salsa de chile morita. Desaparecen en un abrir y cerrar de ojos. La carne es de primera y el complemento le da ese toque que, de vez en cuando, es agradable. Porque el tuétano es difícil de probar de forma cotidiana sin que se sufra de un infarto o el cuerpo se convierta en anuncio de llanta francesa.

Luego de esa entrada de acentos mexicanos, ahora viene un Camembert horneado con pimienta y ensalada con aderezo de jerez ($120.00), aquí se exagera con la porción, apenas una rebanada delgada del lácteo. Sin duda de buena preparación, con la pimienta justa y una ensalada verde que admite los matices del aderezo. El conjunto es afortunado, nada más que el costo es excesivo.

Para entonces ya se ha pedido un tinto Colegiata Viñas Viejas 1999 ($415.00), un caldo zamorano de Toro, en la Rivera del Duero. Desde el primer sorbo se nota la opulencia de su cuerpo y su rica variedad de matices que colman el paladar. Debe anotarse que los vinos en el restaurante El Lago están en precios adecuados y su cava es amplia y diversa.

Vendrá ahora una Crema de poblano con camarones ($70.00), que resulta de primer nivel. Espléndida en su sabor y en su textura. El contraste le otorga ese acento que es la corona de esta crema. Sin dudas, magnífica. Algo semejante podría decirse de la sopa gratinada de cebolla ($50.00), a la que se le agrega hojas de aguacate para otorgarle un perfume y un ligero matiz que la hace peculiar y distinta a otras presentaciones de la tradicional sopa francesa. Recomendable es el Bisque de bogavante ($98.00), que incluye tres rodajas del crustáceo. Está en su punto y permite disfrutar su gusto delicado.

El servicio ha sido amable. Lo único que sí debe notarse es la presencia de un ejército de niños que juegan a los policías y diputados o delegados en una batalla escandalosa. Salen por todas partes y el verdadero acosado es el comensal. Daban ganas de tener una vara de membrillo a la mano. Los padres más mal educados que sus vástagos, los dejaban hacer todo aquello que estaba prohibido en casa.

En el caso de...

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