Sugerencias del Gourmet / Hay que mejorar

AutorG.L. Othón

Como no soy muy afecto a visitar los establecimientos especializados en ofrecer buffets en la Ciudad, me resistía a darme la vuelta a la nueva sucursal del Buchakas en Cumbres; finalmente accedí y pude constatar que en nada se parece a sus hermanos chicos y mucho menos a los grandes, como en este caso serían Los Generales.

Esta nueva sucursal ocupa el local que dejó el desaparecido Florian que, para su mala suerte, sucumbió debido a un incendio que tuvo lugar a pocas semanas de su reapertura. Esperamos que el Buchakas corra mejor suerte.

Y todo parece indicar que así será, siempre y cuando la gente vaya a conocerlo y eso los lleve a mejorar muchos aspectos que a continuación les enlistaré.

El precio es bastante accesible para lo que ofrecen: 59 pesos (tanto en la comida como en la cena) que, además, incluye limonada o naranjada.

No me ha tocado ir a desayunar (ofrecen combos con tacos), pero sí a comer y cenar, así que puedo comentarles que los platillos son aceptables, pero nada más.

Me resultó más grata la hora de la comida, porque ya por la noche pude percatarme que recalientan muchos guisos o los reciclan. Por ejemplo, el asado de puerco del mediodía lo usan para rellenar gorditas de masa por la noche.

Y está bien, nada más que como el buffet no tiene rotación, muchos guisos y antojitos terminan resecos o duros, así que imagínense lo que se queda para la tarde y noche.

Me tocó probar los tamales y qué lástima, no le llegué al segundo; igual la pizza: al mediodía estaba suculenta, pero ya en la noche era sólo una la que parmanecía bajo el reflector y a la que todos los que estaban ahí le sacaban la vuelta.

La barra de ensaladas, aunque austera, cumple con lo esencial, nada más que les faltan aderezos light y aceite de oliva para quienes cuidan su figura.

Los tacos de bistec y trompo los sirven en ambos horarios y están buenos, aunque se enfrían de inmediato, así que hay que pedirlos de poco a poquito. Sin embargo, mi hijo me hizo la observación de que la cebolla que los acompaña la cuecen en mantequilla, transformando su sabor no para bien, precisamente. Preferiría que lo hicieran en aceite tradicional.

La atención es de primera, aunque a veces se tardan en recoger los platos usados; me impactó que una mesera que estaba entre el límite de nuestra área y otra más privadita, mirara constantemente a nuestra mesa, pero no se acomidiera. Sea o no su sección asignada, si se ve que un comensal está a disgusto...

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