Sugerencias del gourmet / Un lugar único

AutorG.L. Othón

Desde pequeño siempre disfrutó de los aromas y sabores que en su hogar se fusionaban, ya que su padre, de origen italiano, y su madre, de nacionalidad francesa, le inculcaron el amor por la gastronomía.

En su natal París, Ludovic Anacleto cursó la carrera de sommelier, además de hotelería. Sus conocimientos los amplió en España, Luxemburgo y Cancún. Fue el encargado del Pabellón Francés del Epcot Center, en Orlando, en donde conoció a su media naranja, una regia que también laboraba en este parque temático.

Se casó y desde hace siete años reside en Monterrey; trabajó en la Vinoteca, pero uno de sus más grandes anhelos era tener su propio restaurante, un bistro, deseo que ya cristalizó junto con un socio.

Cru es el nombre del establecimiento, palabra francesa que, como la carta lo explica, significa: "parcela de calidad excepcional", y es un término que aplica tanto al vino como a cualquier otro producto de agricultura en general.

El local anteriormente lo ocupó el Salón de Té, en Punto Central. Conservan parte de la decoración anterior, afrancesada y romántica, con un toque personal inspirado en el Hotel Costes de París.

Los platillos del menú los diseñó Ludovic, teniendo en mente los ingredientes que disfrutó en su infancia. Además, en un pizarrón están sus recomendaciones.

La mayor parte del tiempo él está en la cocina, la cual es abierta, pero también se da tiempo de salir a platicar con los comensales y ejecutar su rol de sommelier y anfitrión. Hay vinos por copeo y botella. Si deseas llevar la tuya, por el descorche son $200.

Los productos que utilizan en el Cru son orgánicos. El menú se divide en "Para Empezar", "Las Tablas de Carnes y Quesos para Compartir", "Sopas y Ensaladas", "Acompañantes", "Pastas", "Risotto", "Entrées" (platillos principales) y "Postres".

De las entradas ordenamos el tartare de atún "a la dijonaise" y las croquetas de bacalao. El primero venía servido en una copa de martini sobre una piedra laja negra y alargada. Consistió en pequeños cubos de atún con aguacate aliñados con salsa de mostaza y miel, y finos cortes en juliana de cebolla morada y chile serrano. Nos agradó, pero las cinco croquetas resultaron exquisitas; venían presentadas en otra laja con un aioli de curry Madrás.

La ensalada Cru fue la requerida y la conforman con mezcla de lechugas, uvas verdes, pera, pepitas de calabaza, cebolla cambray y nuez caramelizada con una vinagreta balsámica y aceite de oliva Peppoli. A mi gusto, le faltó más aderezo.

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