Sugerencias del gourmet / De la gran isla

AutorG.L. Othón

El esmero puesto en su remodelación anunciaba otra clase de esmero: el que pondrían en cada una de sus preparaciones.

No imagine un espacio ostentoso ni un elaborado diseño arquitectónico, se trata de una acogedora terraza y dos salones interiores armados con mesas rústicas, lámparas tenues, icónicos manteles a cuadros rojo y blanco y, como fondo, un pulido horno decorado con ladrillo y, justo arriba de la humeante boca, el característico diseño de la cara de Medusa sobrepuesta a un trisquel, propios del escudo de Sicilia.

Allí comienza la promesa, el resto sucede a cuenta de un equipo italoparlante que se esfuerza por ser amable y complaciente.

Nos reciben con la carta de vinos y un menú que aún cuando es italiano, sale de lo habitual. Sí, hay cosas típicas, pero también garbanzos de a libra, platos con inspiración de casa, jamones, embutidos y otros ingredientes importados, y un enlistado de recetas que se adivinan auténticas y de buena sazón.

Tal parece que los propietarios son sicilianos de nacimiento y toscanos de adopción, así que eso explica la razón de esas afortunadas incursiones.

En cuanto a vinos tampoco hay queja, hay solamente dos opciones a la copa, pero por botella el surtido es aceptable y los precios accesibles. Tienen un poco de todo, argentinos, mexicanos, toscanos, franceses y sicilianos, y su descriptiva carta ayuda a hacer una buena elección.

Abrimos boca con un carpaccio de res apegado al clásico, aliñado con aceite de oliva y salpicado de parmesano que nos dio la mejor primera impresión. Dicen que ésta nunca se olvida y quizá por eso aún estando ahí, ya pensábamos en volver.

Seguimos con una pizza que, como dicta la norma, estuvo en apenas un par de minutos. Horno a buena temperatura, masa delgada y un poco de talento son los elementos necesarios para lograr portentos, como esa pizza siciliana que no tenía más que el balance adecuado entre queso, aceitunas negras, salchicha italiana y fino polvo de peperoncino.

Para seguir con la comilona había mucho por elegir: pasta fresca, res, pollo, calzoni, y otros destacables como pasta a la boscaiola, con hongos secos y tomates, o el espaguetti allo scoglio, lleno de frutos del mar y un toque de ajo y vino blanco.

Llamaron mi atención la típica siciliana pasta alla Norma con berenjena y albahaca, y el Pesto di zucchine, ese plato que siempre me ha parecido hecho por manos de una abuela italiana que nunca tuve.

Finalmente nos decidimos por el hogareño sabor de este último...

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