Sugerencias del gourmet / Forma y color

AutorG.L. Othón

Hablando de restauradores, la atracción funciona de una forma muy particular: algunas veces, es la cantidad de personas que esperan mesa la que nos lleva a cierto lugar, y otras, esa misma escena nos aleja sin remedio. Los autos ostentosos surten un efecto parecido; una fila de emblemas y rines deportivos haciendo valla en el ingreso puede atraernos o, por el contrario, disuadirnos. Pero, cuando es el nombre el que nos causa una curiosidad tal que no permite olvidos ni postergaciones, visitar ese lugar se vuelve imprescindible. Un nombre que encierra un mensaje velado invita ferozmente a descifrarlo y la única manera, si es que es eso posible, es adentrándose en su atmósfera.

Debo decir que Tintoretto me clavó el anzuelo de la curiosidad y aunque jamás supe con precisión el motivo de la elección de ese nombre para este proyecto, así como tampoco descifré ningún sutil mensaje, me encontré con una propuesta valiosa que engloba cuidadosamente servicio, cava y cocina, y que bien vale la pena reseñar.

El espacio que ocupa el restaurador en cuestión ya ha tenido otros dueños que lo habitaron con las mismas intenciones; ahora pasó por una exitosa remodelación y se percibe realmente confortable. Las mesas son atendidas prontamente y el personal se esmera en demostrar que aquí el servicio importa tanto o más que el sabor de la comida misma.

Nos sorprende su menú de vinos y su bien provista cava; de entre más de ocho opciones para beber a la copa, elegimos una de un Carmenère chileno, y otra de un Zinfandel, ambos a temperatura y bien conservados en el preservador de vinos con que está equipado el bar.

El menú se divide en entrantes, carpaccios, pizzas, pastas hechas en casa, cortes y opciones marinas a la leña y, por supuesto, postres. Entre mediterráneo y argentino, oferta platos para dejar contento a cualquiera.

Empezamos con el suave y tibio queso brie servido atinadamente con tomates secos y mermelada picante de moras, y continuamos con una pizza Di Parma, que mezcla prosciutto, mozzarella y arúgula; una confección buena que me pareció ligeramente elevada de precio.

Por cuenta de la casa llega una hogaza de pan rústico recién horneado, una lujosa delicia que cada vez es más difícil encontrar y que habla por sí sola del esmero que Tintoretto pone en cada mesa.

Ordenamos los camarones braseados con mantequilla de achiote y festejamos esa decisión, pues se trataba de un exquisito logro que recrea la típica mezcla de achiote y piña pero con una...

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