Sugerencias del gourmet / Espacio fiel

AutorG.L. Othón

Al momento de salir de Veneto, busqué adjetivos para compartirles mi impresión sobre el restaurador que hoy reseñamos y encontré varios: constancia, perseverancia, estabilidad, inmutabilidad y muchos otros que podrían parecer sinónimos. Todo esto engloba Veneto Ristorante Pasta y Vino, pero sin duda el que mejor lo define es fidelidad; fidelidad con su concepto, fidelidad con su estilo, fidelidad con su acendrada clientela, y fidelidad con su historia. Desde finales de los años noventa hizo su aparición, y aún hoy permanece con los encantos de los primeros días.

Aunque hacía varios años que no lo visitaba, recuerdo perfectamente que en mis múltiples incursiones a este pequeño rincón no dudaba en pedir la ensalada Padova con gajos de toronja, así como el fetuccini al Tonno, con atún y alcaparras en salsa de tomate, y como todo en Veneto, este par de platos también permanece. El panorama no ha cambiado, y en las menos de 10 mesas que lo componen, sus comensales están habituados a llenarse de aromas italianos cada que, a través de la pequeña ventanilla que asoma la cocina, aparece una humeante preparación.

Mi primera visita fue en solitario y la inicié con unos jitomates a la plancha con salmón, y una sangría. Los jitomates llegaron como dicta la receta, con aceite de oliva y trozos de salmón, aunque a decir verdad, un poco más de sazón mejoraría esta entrada caliente.

Seguí con una ensalada Mediterránea y un fusilli Veneto que arribaron a la par, a petición mía. La ensalada servida en un tazón transparente, se compuso de lechugas frescas y crujientes, jitomates en gajos, aceitunas y alcachofas con su necesario aliño, preparación que para una boca fue imposible terminar, creo es una opción ideal para un dúo. Por su parte, la pasta al dente con champiñones y aceite de oliva, servida en adecuada proporción, me pareció un tanto excedida en aceite, detalle que, gracias a mi copa de vino, no causó estragos.

Con ganas me quedé de probar los tramezzini o de esperar a que fuera viernes para hincar el diente a su lasaña con ricotta que sólo preparan ese día. Y volví pronto, pero quiso el destino y la agenda que no coincidiéramos la lasaña y yo; mas afortunadamente, para compensar, esta vez fui en estupenda compañía.

Saltamos la sección de entrantes y una fresquísima ensalada nos sirvió de antipasto: se componía de hojas frescas de lechuga, lajas de pera dulce, apenas unos atisbos de cebolla y abundantes nueces de Castilla, todo ello en perfecto balance...

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