Sugerencias del gourmet / Con ánimo marino

AutorG.L. Othón

La comida del mar convoca de inmediato la memoria de la playa, las vacaciones y el recreo. Sus poderes están enraizados con la suculencia de los pescados y mariscos, que poco a poco integran nuevas propuestas, entre ellas algunos productos orientales y europeos que tiempo atrás eran difíciles de conseguir en México.

Puntarena es uno de los restaurantes que han mantenido su calidad a lo largo de los años. Al llegar es recomendable dejar el automóvil en el estacionamiento que funciona para distintos locales ubicados dentro del mismo edificio.

El comienzo lo da un Ceviche peruano ($146.00) preparado con pescado sierra. Desde hace algún tiempo estas preparaciones que derivan del país andino se han vuelto populares en nuestra nación. Su preparación es sencilla: el pescado sierra cortado en cuadritos, pimienta negra, algo de chile, aunque pocas veces se usa el rocoto original, cebolla y cilantro. En Puntarena está bien preparado y se come con agrado.

Después viene un plato de proporciones generosas de las bivalvas chione, que viven en los lechos arenosos de las playas y son de concha fina. Aquí se sirven con el único aderezo del cilantro, con tal de que conserven su sabor original.

Uno de los acompañamientos ideales para esta comida es un blanco Vionta 2010 ($680.00), caldo joven de las Rías Baixas que producen un albariño seco y exquisito. Una de sus virtudes es que se aleja de los vinos afrutados que reducen todo a sus consonancias azucaradas. El Vionta tiene el matiz inconfundible de las uvas gallegas con su ligera acidez y su contundencia al paladar.

Llega un Pasta picosa con jitomate ($180.00) que tiene camarones, almejas y mejillones. Esta al dente, lo único criticable es el exceso de ajo. El condimento impide que se pueda disfrutar todo el platillo, cubre todo con su sabor áspero y lo mejor es evitarla, pues está a punto de anular la degustación.

El mesero lo aspira y descubre que tiene tal abundancia de ajo que las reumas, si es que existieran, podrían curarse de inmediato, según la receta de las abuelas zapatonas.

El servicio es irregular y deficiente. Oscila entre la amabilidad y las distracciones. Por momentos se hacen bolas y dejan...

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