Sufren negligencias en tierra de Camila

AutorRuth Salazar

SAN LUIS POTOSÍ.- Entre las comunidades de Villa de Ramos y Salinas de Hidalgo, donde la niña Camila Roxana Martínez fue declarada dos veces muerta por negligencia médica, basta un par de horas de recorrido para atestiguar las carencias en salud que la población sufre.

El Hospital Básico Comunitario de Salinas, perteneciente al Gobierno de San Luis Potosí, tiene su fachada bien pintada, pero desde 2013 el área de Urgencias no cuenta con un médico pediatra y sólo hay un médico titular y un pasante, así como dos enfermeras y una pasante de enfermería para una población de poco más de 31 mil habitantes.

Fuentes cercanas al hospital, también visitado por pobladores de comunidades cercanas, aseguraron que la falta de personal obliga a enfermeras titulares o pasantes a atender directamente las urgencias, lo que ha provocado casos de mala praxis, como el caso de Camilia.

Sin embargo, por miedo a represalias, pobladores que han sido víctimas de negligencia médica se niegan a hablar abiertamente.

En un recorrido realizado por Grupo REFORMA, Priscila Díaz de León contó que el pasado 24 marzo acudió a las 2 de la madrugada porque su hijo Samuel, de un año, tenía diarrea aguda, a tal grado que el niño evacuó hasta 10 veces en una hora.

Al llegar al hospital, tuvo que esperar hasta 30 minutos para ingresar, ya que el doctor de guardia estaba dormido. Finalmente, relata, le recetaron dos medicamentos que no había en el hospital y que a esa hora era imposible adquirir.

"Entro y no había nadie en recepción, todos estaban dormidos y se levanta el doctor enojado porque lo desperté y me saca. Después tarda media hora en atenderme, primero sale la enfermera y le tomó datos al niño y me hacen esperar más, ya después me atiende el doctor y le receta dos antibióticos, le digo que sí los tiene y me dice que no", contó en entrevista.

Desesperada, sugirió que le recetaran a su hijo suero vía intravenosa, porque el oral ya no lo retenía, pero el doctor se lo negó.

"El niño ya estaba sin fuerzas, amarillito y aun así me mandó a casa, me dijo que él era el doctor y se negó a internarlo", reprochó Priscila.

Ya en casa, la mujer automedicó a su hijo con "racecadotrilo", un antidiarreico que tenía almacenado de una enfermedad anterior, y al día siguiente lo llevó al único pediatra particular de la zona, quien le aseguró que con sus acciones le salvó la vida a su hijo.

"Y me dice que sí no fuera por mí, por lo que yo le di, el niño se hubiera muerto de deshidratación y no...

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