Suero y vitaminas para el Jefe de Jefes

REFORMA/Staff

Puebla fue el lugar que antes de su muerte eligió el capo Arturo Beltrán Leyva "El Barbas", para descansar y cuidar de su estado de salud, cada día más maltrecho.

Algunos de sus colaboradores presumían que padecía de diabetes, pero lo que la PGR tiene corroborado es que el traficante sinaloense contaba con dos enfermeras que lo visitaban periódicamente en un lujoso fraccionamiento de la capital poblana, para inyectarle suero y multivitamínicos.

Una semana antes de caer abatido por las balas de la Armada en los edificios Altitude, "El Barbas" ordenó traer de Acapulco y Cuernavaca a las dos mujeres que monitoreaban su salud y que al mismo tiempo le servían de damas de compañía. Una de ellas era la guerrerense Osmayda Nalleli Casarrubias.

El martes 8 de diciembre una camioneta Sierra negra con placas del Estado de México, transportó a Casarrubias desde el puerto turístico hasta la residencia poblana donde Beltrán le esperaba recostado en una cama. Dos horas después llegó de Morelos otra chica de 22 años.

"Me dijo que era enfermera y que iba a ese lugar a ponerle suero al señor que había estado conmigo en la recámara y que iba desde Cuernavaca, sin decirme si era la primera vez, luego ella se salió y regresa con el señor como a la hora.

"Observé que se puso a preparar el suero y era complejo B con un frasco de MVI, o sea, complejo multivitamínico, recostándose el señor al lado mío, pero ésta muchacha se puso muy nerviosa al tratar de meter el punzocat, ponchando la vena en dos ocasiones.

"Luego ella volteó a verme y me dijo '¿quieres aplicarlo tú?', cuando estuvimos platicando le dije que era estudiante de enfermería y le dije que sí, y le apliqué el suero al señor, durando con el suero una hora y luego yo me quedé dormida en la misma cama del señor, ellos se quedaron platicando", relata.

La enfermera morelense se despidió ese día a las 21:00 horas, mientras que Nalleli durmió esa noche en la casa con Beltrán y a la mañana siguiente desayunó con el capo, quien durante los alimentos no despegó su teléfono Unefon del oído.

"No puse atención qué decía, sólo repetía mucho la palabra 'amor', terminé de desayunar y me subí al cuarto, el señor se quedó en la mesa", recuerda la mujer.

Ese miércoles 9 de diciembre, a las 17:30 horas, "El Barbas" le dijo a Casarrubias que se cambiara porque iban a salir.

No le dio más explicaciones y luego en un convoy de camionetas negras se dirigieron hasta un fraccionamiento con vigilancia y pluma en...

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