Sueños de fuga

La libertad es un sueño para quienes viven del otro lado del muro, pero de vez en cuando Pequeño Colibrí "agita sus alas" para fugarse de su realidad, al menos cuando se pone el uniforme y sube al cuadrilátero.

Pero este domingo de visita no es cualquiera, y el Chupamirto lo sabe, porque en el patio central del Reclusorio Preventivo Varonil Oriente se alza un destartalado ring donde un colectivo de luchadores y réferis independientes, quienes sin cobrar un peso, reparten guamazos para entretener a los reclusos y a sus familias.

Por el cuerpo de este gladiador no se asoman rastros de estrictas rutinas de gimnasio o suplementos para aumentar la masa muscular, tal vez el menú de cada día ni siquiera depende de él, pero hace todo el esfuerzo para poner "verde" a puros manotazos y patadas a otro interno llamado Periquito Rebelde.

Mojarras fritas ofrecía un hombre a las mujeres y niños que con chamoyadas resistían el intenso sol. Y es que el área de visita familiar sufre una transformación al estilo "mercado sobre ruedas" donde se ofrecen aguas, chicles, cigarros, llaveros, entre otros productos.

Con tortas y esquimos, para resbalar el pan, familias de internos no dejaban de apoyar a los rudos o técnicos, mientras que al Picaflor le intentaban rasgar su máscara, la cual está hecha de retazos de tela roja, negra y un antifaz verde.

No hay mucha diferencia en sus mallas coloradas, sobre las que destacan un par de calcetines grises viejos. Todo sea por despojarse de los colores caqui que forman...

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