El sueño persiste

AutorIsrael Sánchez

"Hoy ha partido, para ser polvo de estrellas", definiría el Instituto de Ciencias Nucleares (ICN) de la UNAM ante el deceso, acaecido ayer a sus 61 años, del que probablemente sea su investigador de mayor renombre: Rafael Navarro.

Polvo de estrellas, o acaso materia orgánica básica, que si bien resuena de forma menos romántica, ilustra mucho mejor al científico mexicano cuya carrera la dedicó a la búsqueda de una segunda génesis, un segundo ejemplo de vida en el universo, asentando los pilares de la astrobiología en el País e impactando a todo el mundo con sus contribuciones.

"Si no fuera por él, no habría astrobiología en México", dice, sin titubeos, la física y astrobióloga Antígona Segura, discípula de Navarro.

"La astrobiología no era algo totalmente establecido incluso a nivel internacional, pero él comenzó a hacer investigación en esa área, junto con el área de ciencias planetarias en general, complementa la también investigadora del ICN.

Tras egresar de la UNAM como biólogo, Navarro se doctoró en Química en 1989 en la Universidad de Maryland, Estados Unidos, de la mano de Cyril Ponnamperuma, célebre investigador en el área del origen de la vida, a quien conoció en una conferencia magistral a finales de los 70, como lo recuerda Segura en su artículo "Un laboratorio de otro mundo", publicado en la revista de divulgación de la ciencia ¿Cómo ves?

Posteriormente, Ponnamperuma invitó al mexicano a participar en la creación de un laboratorio de la NASA especializado en exobiología, el estudio de la posibilidad de vida en otros mundos, por lo que Navarro volvió a EU. Aunque sólo por un tiempo, pues una convocatoria de Conacyt para repatriar investigadores y ayudarlos a montar instalaciones como las que usaban en el extranjero lo trajo de vuelta.

Con el apoyo económico del ICN, el astrobiólogo puso en marcha el Laboratorio de Química de Plasmas y Estudios Planetarios, que comenzó a funcionar en 1996.

"Ahí básicamente nos criamos la primera generación de quienes ahora somos investigadoras; las primeras tres doctoradas con tesis relacionadas con astrobiología salimos de su laboratorio", cuenta Segura, en referencia a Sandra Ramírez Jiménez, Delphine Nna Mvondo y ella misma.

En este espacio, el astrobiólogo y sus jóvenes investigadores reprodujeron la atmósfera de Titán, satélite natural de Saturno, para analizar fuentes de energía, o estudiaron qué microorganismos podrían sobrevivir en los hipotéticos ambientes hidrotermales de Europa, luna de...

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