SueñO de Libertad

ARTÃiCULO DE OPINIÓN

Elias Rafful Vadillo*

Talita Kum no es un centro penitenciario cualquiera. Sí, las mujeres que allí viven están cumpliendo una condena, pero la cumplen casi en libertad. Es decir, sólo usan las instalaciones del centro para dormir, puesto que en el día salen a la calle a trabajar, a estudiar y hasta a convivir con sus familias.

Fuimos primero a conocer el Recinto Penitenciario Femenil de la comuna de San Joaquín, en Santiago de Chile. El Centro está dividido en dos: por un lado las internas que se encuentran en un formato tradicional de reclusión y, por el otro, 200 que con base en su buena conducta se han ganado el derecho de entrar en un esquema laboral enfocado en la reinserción social.

Estas últimas trabajan desde el Centro para algunas empresas que recurren a la mano de las reclusas, quizá creyendo que sería de bajo costo, lo cual no es así porque las custodios encargadas de la seguridad y la administración del Centro cuidan particularmente que las internas no sean explotadas por el solo hecho de haber cometido un delito.

Nos tocó ver el trabajo que hacen para una empresa de reciclaje de cartón y para una aluminiera. Cumplen con su trabajo en un entorno en el que se respetan los derechos laborales: sus horarios, sus comidas, la capacitación, el salario. Sobre este último, el propio Centro les retiene 10% para el pago de servicios derivados del propio trabajo (luz, agua, etc.) y 15% para una especie de fondo de retiro que ellas podrán utilizar al obtener la libertad. El restante 75% lo entregan ellas a sus familias, como aportación para sus gastos.

Las reclusas van y vienen por toda la cárcel, nos saludan, nos sonríen, vemos sus dormitorios, en algunas camas muñecos de peluche, exhiben sus tatuajes, una sale aún mojada envuelta en toalla del baño.

Mi empatía por esas mujeres fue mayor tal vez porque estoy por acabar de ver la segunda temporada de Orange is the New Black, la si-con-esto-no-te-sorprendes-aquí-te-va-esto-más serie de Netflix que retrata la vida en una cárcel femenina a partir de los infortunios de Piper Chapman, una joven mujer anglosajona que sin quererlo entra en el mundo de las drogas por enamorarse de una glamorosa mujer especializada en la transportación de mercancía ilegal entre Estados Unidos y Europa.

Al igual que Piper, la inmensa mayoría de las internas en Chile cumple condena por microtráfico y, al igual que ella, todas de una u otra manera también son víctimas.

A unas cuadras...

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