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Sudan para divertir

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Vincent

Fotos: Ricardo Castelán

Antes que saber dibujar, para ser caricaturista de plaza pública, es requisito tener dotes de sicólogo, un cuerpo todo-terreno, limitada aspiración económica y, sobre todo, aguantar la crítica de los cada vez más exigentes clientes... niños de 8 años.

Así es como definen su propio perfil dos de los dibujantes que aún subsisten en parques públicos de la megaurbe, Eduardo Montes y Mario Rodríguez.

Ambos coinciden en que ahora cada vez menos personas quieren vivir de hacer caricaturas, pero, los que se animan, aguantan inclemencias del clima, manifestaciones, operativos de granaderos, pisotones en los tumultos y baja paga.

Además, están conscientes de que se enfrentan a que a los traviesos clientes no le guste tu trabajo o que se ofendan por un ingenuo trazo.

"Cuando haces dibujo artístico, en una galería, por ejemplo, los invitados están obligados, a hablar bien de tus cosas, por el vino, los canapés, por la misma galería..., pero cuando estás aquí en la plaza, los niños, son tus mejores críticos", dijo Eduardo Montes, caricaturista de la plaza de Coyoacán desde hace 20 años.

SICOANÁLISIS

Montes tiene la aptitud y sabe las técnicas del dibujo, pero en la calle, cuenta que debe hacerla de sicólogo y de brujo para saber lo que el cliente quiere... sin que lo pida.

"Tienes como cinco minutos para.. 'sacarles el alma' y de esa manera puedes adivinar, cuál sería la caricatura que les gustaría de ellos mismos", dice el dibujante.

A las niñas les encanta salir como princesas o hadas. Nunca la podrías dibujar como una bruja porque en ese momento se 'hace un mar de lágrimas', advierte Montes.

A los niños les agrada ser superhéroes y los chavos se desternillar de risa cuando se les dibuja con sus cuates como borrachines.

Aunque Montes confiesa que siempre se corre el riesgo de no acertar.

Cierta ocasión, una señora se ofendió porque dibujó a la nieta '¡en calzones!', cuando en realidad era el traje de la Mujer Maravilla.

UNA HOJA DE PAPEL

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