Sobreaviso/ Sucesión en la Corte

AutorRené Delgado

La sucesión en la Suprema Corte de Justicia de la Nación está en puerta. En menos de siete semanas -el próximo jueves 2 enero-, los Ministros deberán decidir quién de entre ellos sucederá a Genaro Góngora Pimentel en la presidencia del máximo órgano de justicia.

El hecho de que la elección formal sea abierta pero el proceso que conduce a ella sea cerrado, así como el sigilo que durante años acompañó el quehacer de ese poder y la falta de espectacularidad -ahora, la política es en buena dosis espectáculo- de ese proceso, le resta visibilidad, pero no importancia al evento. Cada día queda más claro que el Judicial finalmente se reconstituye como poder e interviene en decisiones centrales del País. Si a eso se añade que la política se ha judicializado, es menester prestar atención al relevo en la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

El Poder Judicial se ha venido perfilando cada vez con más fuerza como el árbitro de los grandes litigios nacionales, la instancia a la que los otros poderes, Ejecutivo y Legislativo, recurren cuando fracasan en la construcción de los acuerdos o pierden la visión del límite legal de su función. Vamos, hasta la facultad de fijar la hora la han establecido los Ministros de la Corte. De ahí que la sucesión en el Poder Judicial, si bien no es espectacular, resulte importante en extremo.

Resulta importante, entre otras muchas razones, porque el poder del presidente de la Suprema Corte no radica en el pleno de Ministros -donde a fin de cuentas es uno entre iguales- como en la presidencia del Consejo de la Judicatura que es el que administra al Poder Judicial. Ahí es donde se determina quién es o no Juez, y no sobra decir que hay alrededor de 800. Ahí es donde cobra fuerza el presidente de la Suprema Corte.

Deja la presidencia del Poder Judicial el Ministro Genaro Góngora Pimentel, que tuvo por fortuna encabezar esa instancia justo en la transición histórica en el Poder Ejecutivo, desde 1999 el Ministro llevó las riendas de la Corte.

En el periodo que le tocó conducir los trabajos de esa última instancia judicial, asuntos en extremo delicados llegaron a la decisión de los Ministros. Igual les tocó -como se decía- establecer de quién era la facultad de establecer la hora, que determinar el valor constitucional de la debatida Ley Indígena. Lo mismo les correspondió abordar el espinoso asunto del aborto, que señalar la extralimitación presidencial en las modificaciones del Reglamento del Servicio Público de Energía...

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