Subterráneo / Seguridad impagable

Los setenta y tantos años que el PRI estuvo en el poder tuvieron muchas consecuencias lamentables. Muchas de ellas no terminan todavía y, según parece, no tienen ninguna intención de llegar a hacerlo.

Una de ellas es el costo del gobierno. Poco a poco, y ya que no había quien pudiera frenarlos, el gobierno federal y los gobiernos estatales fueron creciendo, engordando y subiendo sus costos. El número de personas que trabajan para el gobierno creció de 1950 a 1990 casi tres veces más que la población. El costo del gobierno por habitante se multiplicó en el mismo lapso 4.3 veces.

El resultado es muy simple: tenemos un gobierno mucho más caro de lo que realmente podemos pagar. O para decirlo de otra manera: lo que nos cobra por los servicios que nos presta es mucho más de lo que realmente valen: la atención que nos da es de quinta, pero nos la cobra como si fuera de super lujo. Lo malo es que no se trata de servicios que podamos contratar a voluntad o rehusar cuando no nos convienen: nos gusten o no, tenemos que pagarlos.

El costo de la seguridad pública es uno de los casos más claros: si se atiende a los resultados es francamente impagable.

Danza de millones

El gobierno federal se gasta cada año poco menos de 22 mil millones de pesos en procuración de justicia, la lucha contra el narcotráfico y el Sistema Nacional de Seguridad Pública. En procuradurías y policías, los Estados de la República -incluyendo los 10 mil millones del DF-, se gastan 53 mil millones de pesos más. El total aproximado es, así, de 75 mil millones de pesos que se van en perseguir delincuentes. Si a esta suma se le agregan los 25 mil millones de pesos -o poco más-, que cuestan los tribunales penales del orden federal y del orden local, tenemos un gran total de más o menos 100 mil millones de pesos por año.

Lo anterior quiere decir, para hacer las cuentas fáciles, que cada año está usted pagando mil pesos en seguridad. Y lo mismo paga cada niño, cada niña, cada anciano, cada campesino, cada ama de casa, cada estudiante, cada trabajador -tenga o no trabajo. Esa es la cuota básica: mil pesos por cabeza.

Esos mil pesos pueden ser mucho o poco, según lo que nos den a cambio. Y si se hacen bien las cuentas, el resultado es que nos están estafando.

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