Subterráneo / Rosario Robles

Hay quienes no aguantan el contacto con el poder. Tenerlo y ejercerlo los hace perder rumbo y perspectiva; humildad y convicciones; honestidad y principios. Poco a poco empiezan a creer que todo les es posible y todo les está permitido; que en verdad son tan maravillosos como les dicen y tienen encomendado un destino superior al de los demás mortales.

Rosario Robles es un trágico ejemplo de cómo hay personas a las que el poder destruye y envilece. Cuando llegó con Cuauhtémoc Cárdenas a la secretaría del gobierno capitalino era una activista alegadora y comprometida, de risa espontánea y actuar desenfadado, que quería evitar que el viraje hacia la derecha de los gobiernos neoliberales siguiera perjudicando al país. La aparente firmeza de sus convicciones, el hecho de que la movieran causas sociales y el desparpajo con que defendía sus ideas, hacían de ella una de las mejores cartas del PRD.

Dos días atrás, cuando renunció a su partido antes de que la corrieran, Robles era ya muy otra cosa. En vez de la limpia activista, había una mujer de mirada vacía incapaz de entender qué le estaba pasando y, menos todavía, que ella sola se lo había buscado. En lugar de la política que disfrutaba tanto del contacto con la gente, había una mujer gris y llorosa, acusada una y otra vez de fraudes y corrupciones, de ejercer influencias indebidas, de traicionar sus ideales y haberse entregado en cuerpo y alma al enemigo.

Hay quienes le atribuyen la tragedia a la relación amorosa de Robles con el empresario Carlos Ahumada. Ella misma, al renunciar a su partido, señaló que su error había sido mezclar la política con sus afectos personales, pero a mi manera de ver la explicación no resiste el análisis. Ahumada no suscitó el cambio de Robles, por el contrario: fue tan solo una de sus consecuencias. El llegó a su vida cuando el daño ya estaba hecho, digo: cuando el contacto con el poder ya había minado convicciones, arrasado con ideas y manchado honestidades.

La tragedia de Rosario Robles se debe a que no tenía la calidad moral necesaria para resistir el contacto con el poder.

Recuerdos

Cuando Cárdenas decidió presentarse por tercera vez como candidato a la Presidencia de la República, no tuvo problema alguno en dejar en su lugar...

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