Subterráneo / Retraso legislativo

Como la administración de Vicente Fox va de mal en peor y es ya el colmo que esté empleando recursos públicos en la campaña preelectoral de su mujer, en varios sectores se ha empezado a hablar de la necesidad de exigirle su renuncia. Si antes era inútil, se dice, hoy es un peligro y hay que detenerlo.

La advertencia, sea razonable o no, tiene un defecto fundamental: no hay manera legal de llevarla al cabo y a no ser que se esté hablando de un golpe de Estado -con lo cual el remedio sería peor que la enfermedad-, no hay ningún procedimiento para deshacerse de un jefe del Ejecutivo que ha dejado de procurar el bienestar del país para buscar únicamente el suyo propio.

La legislación que tenemos fue cuidadosamente elaborada por los caudillos de la Revolución, y después refinada por los gobiernos del PRI, para lograr que el Presidente de la República sea prácticamente intocable. No tenemos ningún mecanismo semejante al "impeachment" estadounidense que le permite al Congreso remover el poder a un presidente dañino, como sucedió con Richard Nixon. Y no hay, tampoco, manera alguna de desconocer a un jefe del Ejecutivo que desobedezca la ley, pierda la razón o incumpla las decisiones judiciales. Así ande disfrazado de Napoleón y diciendo distancias, no hay ningún recurso jurídico para deshacerse de él.

El problema es tan grave que aunque pudiera forzarse su renuncia, el problema restante es mayor, puesto que nuestras leyes consagran un tortuoso mecanismo para determinar quién ha de sucederlo. En muchos países del mundo hay un vicepresidente; en otros se tiene una línea de sucesión. En el nuestro no hay ni lo uno ni lo otro porque los caudillos revolucionarios temían que si la ley decía quién debía sucederlos, necesariamente se levantarían en armas para lograrlo o verían cómo adelantar su muerte. Los gobiernos priístas conservaron el principio para mayor gloria de la imagen presidencial.

PROCEDIMIENTOS

No puedo negar que me resulta atractiva la idea de que Fox renuncie al cargo. El hecho no es desconocido en nuestra historia: Pascual Ortiz Rubio renunció a la Presidencia y, considerando las circunstancias, no lo estaba haciendo tan mal como Fox.

Aunque la salida del ranchero guanajuatense airearía nuestra política y le daría nuevos bríos a un régimen que ya luce agotado e incapaz...

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