Subterráneo / Policía científica

En principio parece muy difícil precisar las características de una policía científica, pero hacerlo es muy fácil. A todas las personas que visitan Scotland Yard, sin duda una de las mejores policías del mundo, se los dicen. Para los ingleses una policía puede ser calificada de científica si cumple con tres condiciones: 1) Puede aprender de sus errores; 2) No miente y 3) La población cuenta con medios jurídicos eficaces para llamar a cuentas a sus agentes.

La policía del DF, y me refiero a la Secretaría de Seguridad Pública y sus agentes, no es una policía científica. Es más: hay muchas razones para dudar que sea en verdad un cuerpo policíaco porque son muy frecuentes los casos -así haya honrosas excepciones-, en los que es imposible distinguirlos de los hampones.

Para empezar por el último punto señalado: los habitantes del DF estamos a merced de la SSP. No contamos con mecanismos eficaces y expeditos para llamarlos a cuentas. Las quejas por abuso de autoridad, por corrupción y aun por robos y homicidios, se acumulan en la Comisión de Derechos Humanos capitalina con muy escasos resultados. Los titulares de la Secretaría presumen de que cada vez son más rígidos y que año con año aumenta el número de malos agentes que despiden. Si sucede es un fenómeno interno, propio de la SSP, no resultado de una acción entre los capitalinos y la policía. Hay, sí, una comisión ciudadana, pero quien la preside está dispuesto a aplaudir todo lo que hagan, así que es igual que no existiera.

La idea de poner retenes, como el alcoholímetro, para examinar a quienes pasan, debería aplicarse primero en la SSP, creando ciertos controles por los que todos los agentes tengan que pasar periódicamente. Esto sucede en todas las buenas policías del mundo. En la nuestra los controles son tan relajados que lo mismo: como si no existieran.

LAS OTRAS DOS

Da risa suponer que nuestros policías generalmente dicen la verdad. No es así ni siquiera en los altos mandos. En esta columna he señalado en numerosas ocasiones las falsedades deliberadas en las que incurre Joel Ortega, el actual titular de la SSP. Y si al jefe no se le cree ¿quién le va a creer al policía de la esquina?

Por otra parte es particularmente grave que...

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