Subterráneo / Encuentros e imposiciones

En el año de 1994, cuando empezaron a planearse las ceremonias con las que habría de celebrarse el V centenario del descubrimiento de América en 1999, las dificultades fueron brotando poco a poco.

La primera tuvo que ver con el título: ¿cómo que "descubrimiento"? Pretender que era un "descubrimiento" cuando las culturas indígenas tenían siglos y siglos de vivir en estas tierras era adoptar un punto de mira parcial y europeizante. Con muchas reticencias llegó a aceptarse que se había tratado del encuentro de dos culturas. España lo aceptó muy a desgano y sólo para salir del atorón, pero convencida de que estaba siendo desmedidamente generosa al considerar que las culturas indígenas de América tenían el mismo nivel de desenvolvimiento que España a fines del siglo XV.

Los conocedores y estudiosos de las culturas precolombinas de nuestro continente, no objetaron tanto la palabra "culturas" como la palabra "encuentro". Porque ¿cuál encuentro? dirá Miguel de León Portilla, si lo que ocurrió fue un encontronazo. Nunca, antes ni después, un universo cultural fue arrasado tan despiadada y totalmente. Desaparecieron idiomas, religiones, costumbres, formas de gobierno, expresiones artísticas, leyes, tablas astronómicas. No hay en la historia humana un acto de genocidio más monstruoso y definitivo. Bora y sus colegas calculan que en 1521 mesoamérica estaba poblada por 121 millones de personas. Cien años después la población indígena sólo alcanzaba a 6 millones. Los 115 millones muertos fueron el resultado del "encuentro" de las dos culturas.

LA RELIGIÓN

En días pasados, el Papa Benedicto XVI, en el marco de la V Conferencia del Consejo Episcopal Latinoamericano que tuvo lugar en Brasil, pretendió cambiar también la interpretación de otro tipo de encuentro: el de la religión católica con las religiones nativas de la América anterior a Colón. Según el Papa el catolicismo no fue impuesto y no se ejerció violencia alguna para que fuera aprobado: los indígenas lo aceptaron libremente y por plena y libre voluntad.

Sin más aval que el mérito de su palabra, el Papa Benedicto XVI borró siglos de crueldades, de persecuciones, de torturas. Según su versión de la historia, en los siglos XVI y...

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