Subterráneo / Ejecutar o decidir

La teoría clásica de la división de poderes propuesta por Montesquieu, preveía un Poder Judicial capaz de imponer la ley; de un Poder Legislativo representativo que creara leyes benéficas para todos y, por último, de un Poder Ejecutivo sometido a los otros dos y destinado a cumplir lo que le ordenara el Legislativo y a obedecer las decisiones del Judicial.

La teoría cambió en Estados Unidos, donde los autores de la Constitución creyeron que era más importante contar con un Ejecutivo fuerte porque de esa manera el país avanzaría con más rapidez y sería posible defenderlo mejor. Se establecieron así dos grandes corrientes sobre lo que se supone que debe hacer el jefe de un Poder Ejecutivo. Conforme a la estadounidense, se lo elige para que decida el destino y el rumbo de la Nación; conforme a la europea se lo elige para que ejecute lo que decide el Congreso ciñendo su acción a las disposiciones del Judicial. Conforme a una corriente, ejecuta; conforme a la otra, decide.

Desde la Constitución de 1857, nuestro país siguió la tesis estadounidense, pero en 1917, Carranza reforzó aún más la noción de un Ejecutivo independiente y superior en facultades a los otros dos poderes. Nuestro siglo XX fue claro testigo, con el presidencialismo imperial, del absurdo desequilibrio al que llegó esta noción: jueces, gobernadores, diputados, senadores y magistrados se concebían a sí mismos como meros auxiliares del Presidente en turno que, por supuesto, era el único que decidía tanto qué leyes se promulgaban, como el sentido de las sentencias que dictaban los tribunales superiores.

El triunfo electoral de Vicente Fox en el 2000 rompió la tradición y le otorgó un grado creciente de independencia a los otros dos poderes. Al llegar la mitad del sexenio foxista ya teníamos un Congreso decidido a legislar por sí mismo -aunque a menudo se concretara a bloquear las iniciativas presidenciales-, y un Poder Judicial que, sobre todo en el alto nivel de la Suprema Corte, empezaba a tomar decisiones contrarias a los deseos e intenciones del Ejecutivo Federal. En la mayor parte de los Estados los cambios fueron menores y, en general, el Ejecutivo conservó su preeminencia.

EL 2006 Las elecciones del pasado julio revivieron la disyuntiva: ¿se elige al Ejecutivo para ejecutar o para decidir? Es obvio que López Obrador cree que al ganar una elección se le otorga un cheque en blanco para que decida lo que estime más conveniente. Es más: le molestan y estorban las limitaciones que...

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