Subterráneo / Asfixia sindicalista

Se creía en la necesidad de un país fuerte, unido, estructurado bajo un solo mando, incapaz de fisuras y disidencias. Y ese fue el país que Lázaro Cárdenas se lanzó a construir durante su Presidencia. Una nación en donde el jefe del Estado fuera el jefe del Estado y no hubiera lugar para jefes máximos, dobles poderes e intrigas palaciegas. El Ejército se plegó por completo al Ejecutivo; las secretarías de Estado se transformaron en eso, en secretarías al servicio del poder presidencial; los gobernadores reconocieron su dependencia económica y política; el Poder Judicial admitió su sumisión y para que no hubiera cabos sueltos, se incorporó al partido, al único partido, al partido oficial, a todas las agrupaciones de trabajadores y campesinos. Los sindicatos pasaron a ser parte de la maquinaria y a la vez que con su voto reforzaban "democráticamente" al gobierno establecido, consolidaban su posición como uno de los engranajes del poder.

Sólo que eso era en los treintas del siglo pasado y ahora, sesenta y tantos años después, con el partido único roto en partiditos igualmente necios y prepotentes y los sindicatos monumentalmente crecidos estamos en una situación muy diferente. No se sabe realmente quién manda, si Felipe Calderón Hinojosa o Alba Esther Gordillo. El casi millón y medio de maestros que controla su sindicato -y dan ganas de escribir "maestros" porque muy pocos lo son-, tienen tanto poder que el Presidente es quien se inclina en obediencia. Que no haya podido controlar Oaxaca es lo de menos, lo de más es que el sindicato en el que reina Elba Esther hace lo que quiere con la educación del país y lo que ha querido hacer es un país mediocre de alumnos mal preparados y escuelas de segunda. México no progresa porque la maestra está interesada en otras cosas.

Lo que no se ha logrado desbaratar es el mecanismo que mantiene vivas las demandas y exigencias. Si no se les dan becas, sobresueldos, ascensos, prestaciones, aguinaldos y cuando hay, el partido en el poder tendrá un millón y medio de votos menos, y estando nuestra democracia pendiente del hilo de unos cuantos miles de votos, millón y medio puede ser la diferencia entre un país gobernable y una catástrofe.

GE...

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