Zona submetropolitana / De chile, de dulce y de manteca...

Cuarenta días después de la Noche Buena se celebra el día de La Candelaria que, según la costumbre judía, indica el día en que Jesucristo fue presentado en el Templo por sus padres y que los mexicanos hemos aprovechado para llevar a bendecir figuras e imágenes del "niño Jesús", bendecir algunas mazorcas para tener una buena cosecha, llevar a bendecir velas (o candelas, de ahí del nombre de Candelaria) y de paso empujarnos un buen número de tamales con su consabido atole, a costa de los que "se sacaron el niño" durante la rosca de reyes.

En muchos lugares del mundo este día marcaba el principio del año, pero para nosotros ya no es así y más bien siempre nos agarra muy entrados tratando de sacar adelante "la cuesta de enero", el gasolinazo, el predialazo, el nuevo impuesto (IETU) y esquivar los asesinatos, los robos y los asaltos de los gruyeros (esos seres nefastos que manejan las llamadas "Unidades de Recuperación de Vialidades"), que son una auténtica amenaza para la sociedad.

Este año, por ejemplo, voy a llevar a bendecir una caja entera de velas (o candelas) pero no porque me haya vuelto creyente del más allá, sino que hay que estar bien prevenidos en el más acá para los largos apagones de luz que, al parecer, van a ser cada vez más frecuentes gracias al chafísima monopolio que ejerce la compañía de Luz y Fuerza del Centro que, no sólo no gana dinero sino que la subsidian con miles de millones de pesos ¡y pierde!

Eso es tener luz de la buena, no como la que nos dan con su pésimo servicio. Mejor el sindicato de electricistas debería ponerse "la del puebla", mocharse un bracito y ponernos diablitos a todos los que sí pagamos la luz, aunque al fin y al cabo acabaríamos pagando todos los que sí pagamos impuestos... ¡chále!

Pero bueno, volviendo a los tamales, se dice popularmente que son "de chile, de dulce y de manteca", como para indicar una variedad que parece ser lo mismo, pero que no tienen nada que ver ya que son muy distintos, aunque están metidos, a la fuerza, en un mismo bote tamalero.

Así estamos los mexicanos hoy en día, como tamales metidos en un bote tamalero construido por nuestros políticos, por nuestras costumbres, nuestros vicios, nuestras mentiras y tradiciones entre las que sobresale la corrupción pública y privada. Es un bote viejo y en muchas áreas totalmente inservible.

La semana pasada Felipillo nos decía: "Hemos resuelto ya el problema de las finanzas públicas en el corto y mediano plazo...", para luego jactarse de...

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