Strikes a la mexicana

AutorMarco Almaraz

Aquella tarde de agosto de 1999, Alfonso Márquez se dirigió a ocupar su lugar de ampáyer de tercera base y apenas se iba a acomodar cuando escuchó la voz del que habría de ser su primer "descubridor" mexicano, Vinicio Castilla.

"¿Estás aquí para quedarte, paisano?", le preguntó Vinny.

La sorpresa de Castilla fue la primera de muchas otras que habrían de precipitarse como un reguero de pólvora entre los peloteros latinos y que poco a poco se filtraría al sur de la frontera. Se trataba del primer ampáyer mexicano en la historia de las Grandes Ligas.

Y si ya Márquez andaba en eso de pasar a la posteridad, pareciera que de una vez le pidió al destino aprovechar la oportunidad para dejar su huella como el ampáyer más joven que arrancará la temporada 2000 de la "Gran Carpa".

"Es un orgullo, pero también un gran compromiso para mí ser el primer ampáyer de mi País en las (Ligas) Mayores, porque estoy obligado a mantener un alto nivel de profesionalismo y demostrar que los mexicanos también podemos ser jueces de cualquier deporte en Estados Unidos", expresa el joven de 28 años, vía telefónica desde Tucson.

Nativo de la capital de Zacatecas, Márquez se crío junto a sus tres hermanas y sus padres en el rancho La Encarnación, cerca del municipio de Villanueva, pero emigró de ilegal por Tijuana en 1980 cuando su padre los llevó para ir en busca del "sueño americano".

"Vengo de una familia humilde. Mi padre hacía lápidas de cantera en Zacatecas", recuerda.

Márquez comenta que no pudo continuar sus estudios cuando terminó la secundaria y a los 16 años se puso a trabajar para ayudar a su padre en los gastos de la casa.

"Trabajé de milusos en un restaurante, porque lavaba los trastes, atendía a la gente, era mesero y también cajero", señala.

Dos años antes, al terminar de jugar un partido de beisbol, surgió la primera señal que lo llevaría a sentir la vocación por el ampayeo.

"Ese día conecté un jonrón de campo, pero no pisé la segunda base, el equipo contrario realizó una jugada de apelación y el ampáyer marcó el out.

"Cuando terminó el juego platiqué con los ampáyers y me vieron tan interesado en el tema que me dijeron, 'por qué no te dedicas a esto?'... te juntas un buen dinero en el verano y si te gusta le puedes seguir", relata Márquez.

En 1993 ingresó a la escuela de ampáyers en Coco Beach, Florida, para arrancar una meteórica carrera por Ligas Menores, donde a pesar de tener momentos de vacilación sobre la profesión, probó su capacidad.

Un conflicto...

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