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Sotto Voce / ...y Florestán, nunca llegó

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Vincent
AutorLázaro Azar

No se imaginan con cuántas ansias esperé el par de conciertos que brindó Sir Andras Schiff (Budapest, 1953) en el Palacio de Bellas Artes la semana pasada. El regreso a esta ciudad de un pianista de su calibre constituía "él evento" musical de este verano, independientemente de que, ante lo raquítico de la oferta, puedan decirme que "en tierra de ciegos, el tuerto es rey".

Y es que fuera de la exposición dedicada a Rivera y Picasso y a decir de los meseros del Café del Palacio, en estos días no se paran por ahí ni las moscas. Afortunadamente, Schiff "jaló" público y la segunda función prácticamente agotó el boletaje. Qué bueno, porque fue el programa cuyo nivel interpretativo me dejó más satisfecho e, infiero, también habrá dejado más contento al público que desembolsó más de mil pesos por un asiento en luneta. Un costo inusualmente elevado para el público que asiste a escuchar a un pianista en México.

Para el sábado 12 se anunció el primer libro de El Clave bien Temperado, que en un alarde de concentración interpretó Schiff sin pausa alguna. No faltó quien incurriera en el cursilísimo lugar común de exclamar que su Bach era celestial y que tocaba "como los ángeles". En los hechos, la sobria y admirablemente estructurada lucidez con que lo aborda le ha valido un primerísimo lugar como intérprete del Kantor de Santo Tomás. Bueno, ex aequo, si consideramos que, en la actualidad, lo comparte con Angela Hewitt y que para gustos, se hicieron los colores.

A diferencia de cuando le escuchamos las Variaciones Goldberg en 2013 o de cómo tocó las 15 Invenciones a tres voces en su recital del jueves 10, evitando el uso del pedal, en esta serie de preludios y fugas lo empleó profusa, sutil e inteligentemente, dando relieves aquí y allá y enriqueciendo el colorido que un piano de cola moderno puede brindar.

En la vida real, no todos los cielos son tan luminosos como los pintados por Velasco, y al parecer, este plácido angelito digno de Raffaello ignora que en ellos se...

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