Sotto Voce / ¡Échenle la culpa al dólar!

AutorLázaro Azar

No hay inauguración libre de discursos protocolarios y la del Festival del Centro Histórico, no fue la excepción. Entre los guayabazos intercambiados por los funcionarios en turno y que seguramente ni ellos se creyeron no faltó quien señalara que "hacer un festival como éste, en medio de las turbulencias del dólar, no es fácil....

¿Lo diría para justificar una programación en la que habitualmente reinciden el Cuarteto Latinoamericano, Horacio Franco u Óscar Chávez? Dudo que sea por extraordinarios... o por cobrar poquito.

De ser así, a la pobreza de recursos se suma la de perspectivas, y a ello, la queja de cuantos tuvimos que chutarnos otro numerito protocolario como el que retrasó el recital del sábado 12: una inesperada entrega de reconocimientos que ni venía en el programa, ni teníamos por qué padecer. Independientemente de los chistoretes ahí esgrimidos, atavismos como éste ubican al FCH a nivel de festivalito escolar. Si tienen tanta necesidad de realizarlos, hállenles el marco idóneo. Tal vez una cena que, de paso, genere recursos para el festival.

Hablemos mejor de lo que sí nos llevó al Blanquito: la presencia de dos jóvenes intérpretes que, coincidentemente, obtuvieron los cuartos lugares en sus respectivas categorías instrumentales en el Concurso Tchaikowsky realizado en junio pasado en Moscú: el chelista Pablo Ferrández (1991) y el pianista Lucas Debargue (1990).

Como solista de la Sinfónica Nacional, Ferrández arropó con gran imaginación su técnica portentosa. Su versión del Don Quixote de Strauss fue espléndida. Madura. Propia de un gran artista: al histrionismo de su gestualidad sumó rara virtud el conmovedor histrionismo sonoro, pleno de matices y contrastes con que nos atrapó mientras narraba las peripecias del máximo personaje cervantino.

Se agradecen sus dos encores (sublime, su recreación del Cant dels ocells) y he de reconocer también que, el viernes 11, la orquesta sonó muy por encima de sus estándares. El gran mérito de Johannes Wildner...

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