SOTTO VOCE / Como diría José José...

AutorLázaro Azar

Afecto que soy a las paráfrasis, mi agenda de estos días estuvo como para que les cante que "he rodado de acá para allá, pues fui a todo y sin medida". Empecemos por el sábado 7, que tuve doble función: por la mañana presencié la Turandot transmitida desde el Met al Auditorio Nacional. Siendo mi ópera favorita volví a llorar igualito que cada que a Pepe el Toro se le muere el Torito.

Vocalmente, lo mejor fue la conmovedora Liú de Marina Poplavskaya; a Marcelo Giordani Calaf le quedó grande y más que a Turandot, María Guleghina está que ni pintada para evocar a La Tariácuri. Afortunadamente la producción de Zeffirelli relega cuanto se oye a favor de lo que se ve, y eso que este día algo pasó aquí con el audio: empeñados en magnificar el volumen acabaron distorsionándolo todo, molesta e injustificablemente.

Esa tarde en el Teatro de las Artes se estrenó en México la ópera Iolanta de Tchaikowsky. Más allá del entusiasmo y esfuerzo de cuantos se involucraron por parte del Laboratorio de Investigaciones Estéticas Musicales, deploro que el escolástico resultado no superara la tediosa medianía. Voces hubo, algunas bastante prometedoras... pero enmarcadas con tal pobreza y carencia de imaginación que no sé qué fue peor, si lo estático de la escena o de lo que surgía del foso. Trascendió que el concertador original encomendó a última hora la batuta de la Carlos Chávez a José Miramontes, quien refrendó su fama de padecer esclerosis rítmica y emocional. Lástima.

A la mañana siguiente me impactó la cantidad de niños que, arrobados, disfrutaron la actuación de Mario Iván Martínez, digno sucesor de Cachirulo, quien acompañado por la OFUNAM y su director asistente, Rodrigo Macías, se sirvieron de Haydn y Mendelssohn para contarnos sus versiones a El duende tragasueños de Ende y el Sueño de una noche de verano de Shakespeare.

Por la tarde, Macías concertó una Gala de Ópera con el Coro y la Orquesta del Teatro de Bellas Artes en el lobby de su sede. "Algo les tenían que poner a hacer" para justificar sus sueldos mientras la Sala Principal continúe en obra, y lo que hicieron justo es reconocer que el coro sonó más trabajado que la orquesta. ¿Cuántos ensayos habrán logrado escamotear por medio de su H. Comisión Artística? Estos "logros sindicales" afectan más la calidad que padecer cualquier acústica, por inapropiada que sea.

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