Entrevista / Javier Sordo Madaleno / Javier Sordo Madaleno: Generación que trasciende
| Autor | Karina González |
Fotos: Fabián García
Cuando el arquitecto Juan Sordo Madaleno falleció, no sólo le heredó a su hijo Javier el mismo apellido, sino también el carácter y la responsabilidad necesarios para impulsar el despacho familiar.
Hoy, el creativo de 53 años de edad ha explorado los límites interdisciplinarios de su carrera, pues, además de diseñar y construir edificios, se dedica a los negocios y a la promoción inmobiliaria.
Autor de emblemáticas obras como Antara Polanco, el hotel Westin Regina de Los Cabos y el centro comercial Moliére Dos 22, el artífice considera que México es un País con una gran riqueza arquitectónica.
En entrevista exclusiva con Entremuros, el arquitecto Javier Sordo Madaleno habla acerca de sus objetivos profesionales y de sus obras más recientes, así como de la historia de su casa y de la manera en que se mantiene actualizado para reinventar sus creaciones.
TRAYECTORIA
OBRAS RECIENTES
SU CASA
PASIONES
TRAYECTORIA POLIFACÉTICA
Cuando Javier Sordo Madaleno se inscribió, en los 70, a la Facultad de Arquitectura de la Universidad Iberoamericana, no sabía si estudiaría esta carrera por seguir los pasos de su padre, Juan Sordo Madaleno, o por decisión propia. Sólo el tiempo pudo demostrarle que diseñar obras y construir edificios sería su verdadera vocación.
Más tarde, al haber concluido sus estudios, su progenitor murió. Entonces, a los 27 años de edad, Javier tomó las riendas del despacho familiar y continuó con el trabajo pendiente.
Desde ese momento, no se dio por vencido, pues con el tiempo proyectó viviendas, plazas comerciales y centros de recuperación infantiles.
En sus obras se distinguen el uso de colores llamativos, la expresiva entrada de luz natural y el empleo de materiales naturales que reflejan la esencia de la arquitectura mexicana.
¿Qué influencia tuvo su padre en su carrera?
Creo que ha habido pocos arquitectos en la historia que manejaron el espacio como lo hacía él. Esto me dejó una importante enseñanza, pues me gusta basarme en sus conceptos de amplitud y limpieza. Él me enseñó a sentir y pensar la arquitectura.
¿Considera que Luis Barragán también fue su maestro?
Fue muy amigo de mi padre, y trabajaron juntos durante mucho tiempo. Tuve la suerte de conocerlo, ya que él iba a mi casa cuando yo era chico.
Luis Barragán fue un arquitecto muy importante en México, pues logró crear un nuevo y diferente estilo. Chucho Reyes, un gran pintor mexicano, lo influyó para que lograra darle un sentido único a su arquitectura. Con el tiempo, yo asimilé la esencia de su trabajo y lo interpreté, pero a mi manera.
¿Qué importancia tienen la luz y el color en sus proyectos?
La luz en la arquitectura es primordial, ya que sin ésta los espacios se sienten muertos. Con la iluminación le das calor al ser humano. Además, ayuda a tener una mejor relación con el exterior.
El color también es un elemento importante. Ahora, en los Centros de Rehabilitación Infantil Teletón (CRIT), la mezcla de tonalidades se ha convertido en un juguete para los niños, pues les da alegría y diversión y forma parte de su terapia de recuperación.
También en mis obras uso toques de distintos matices para crear acentos visuales o dar algún mensaje que pueda enfatizar una idea.
¿Qué representó para usted construir el Centro Cultural de Arte Contemporáneo, su primera obra?
En ese momento mi padre estaba muy enfermo. Él muere, y a los 12 días me dan este proyecto, que en aquél entonces era el Centro Internacional de Prensa del Mundial México 86.
Me dio mucha alegría que Emilio Azcárraga Milmo tuviera la confianza de asignármelo, pues yo era joven; sólo tenía 27 años, y representó un gran reto para mí.
Finalmente, el edificio se ejecutó con precisión; sin embargo, ya no existe, pues el programa era chico para el terreno.
Su desaparición me dio tristeza, pero al mismo tiempo me resultó gratificante saber que algo quedó en su lugar.
Usted demolió el Toreo de Cuatro Caminos.
¿Qué va a construir ahí?
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