Sonidos a la carta

AutorCarmen González

Enviada

NUEVA ORLEANS.- También conocida como "The Crescent City" por la forma de Luna creciente que forma la bahía en su interior, Nueva Orleans se pone a tono con este nombre al derrochar su alegría por las noches. Los fines de semana, los locales instalados a lo largo de Bourbon Street no conocen el descanso.

La noche es una larga sucesión de luces, música, comida y tragos que se extienden hasta la madrugada. En medio de tan abrumadora fiesta, vale la pena acudir a los lugares clásicos antes de arrancar, de manera oficial, con el maratón de vida nocturna.

Tres son los géneros musicales que caracterizan a la ciudad, y cada uno tiene el sitio que podría ser considerado su templo.

Jazz: tan natural como respirar

En el restaurante Arnaud's, ubicado en el 813 de la calle Bienville, platillos como las Ostras Bienville, cocinadas con hongos, cebollines, finas hierbas y una salsa de vino blanco, se mezclan con temas clásicos de jazz interpretados por el trío Gumbo.

"El jazz me da la libertad creativa de ponerle mi toque personal a los temas clásicos", sostiene Les Colonello, trompetista.

"Sugarbear" Francis es el encargado del contrabajo y lleva el jazz en la sangre.

"Es algo que viene natural, se vuelve una forma de vida", sostiene.

Franky Land, originario de Philadelphia, toca el banjo, un instrumento básico de las primeras bandas de jazz.

"Es fácil de transportar y tiene un sonido fuerte, por eso se adaptó al jazz de inmediato, aunque en la actualidad muchas bandas ya no lo usen", platica con acento sureño, pues ha vivido en Nueva Orleans por 30 años.

A cuatro bloques de Arnaud's, un salón de paredes descarapeladas se erige como la catedral del jazz. Se trata del Preservation Hall y está ubicado en el 726 de St. Peter. Ahí se han presentado diversas bandas de jazz desde 1961.

Aproximadamente 80 personas, sentadas codo a codo en bancas de madera, y unas más en el suelo, aguardan pacientemente la aparición de los músicos, quienes irrumpen con paso lento y en silencio para ocupar sus lugares en el escenario, a escasos pasos de la audiencia. Sus reglas son sencillas: nada de fotos con flash, cero grabaciones de video y prohibido fumar. Una vez aclarados estos puntos, los miembros de la banda, ataviados con impecable camisa blanca, corbata y pantalón negros, toman sus instrumentos y comienzan su actuación. La música se convierte en el canal de viaje a tiempos y lugares distantes. Nadie está ahí, el jazz lo ocupa todo.

Zydeco: todos juntos ahora

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