El sonido, la gran diferencia

AutorDora Luz Haw

Compay Segundo fue en el Zócalo Capitalino un déja vu que remitía a la visita que hiciera el músico e intérprete cubano hace 9 meses, en la que se presentó también en el monumental foro, invitado por el Instituto de Cultura de la Ciudad de México.

Los músicos fueron los mismos, las bromas de Compay también, el repertorio fue casi idéntico, y la candela del público ni se diga... La gran diferencia estuvo en el sonido, ya que aunque se distorsionaba a la altura del asta bandera, fue nítido y permitió disfrutar, en todo su esplendor, de esos sones que tan de moda se han puesto en México y en el mundo.

Inquietas porque eran las 13:10 horas y Compay no aparecía, unas 30 mil personas (el año pasado asistieron cerca de 25 mil) se reunieron para disfrutar de la música del cubano, una de las estrellas de Buena Vista Social Club.

El recital comenzó, al igual que en mayo del 2000, con La bella cubana, para después continuar, casi en el mismo orden, con temas como Macusa, Mi linda guajira, Sarandonga, La flauta y el danzón, Las flores de la vida, Orgullecida, Dime por qué te apartas de mí, La negra Tomasa y María en la plaza.

No faltó la exaltación por el país anfitrión, al que dedicó El camisón de Pepa, al que incorporó un arreglo con los tonos del Jarabe tapatío, y La malagueña.

Para agradar al público, los músicos no sólo gritaban el "¡Arriba, México!", sino que recurrieron al cliché que se utiliza en Cuba para hacer referencia a los mexicanos, animando con un "¡Arriba, mi cuate!", o simplemente "¡Echale, cuate!"

Los espectadores estaban eufóricos y entregados. Gente de todas las edades, inclusive niños, cuyos ídolos del momento son los Back Street Boys, OV7 o Britney Spears, no sólo cantaban y tarareaban los temas, sino que emocionados por el ritmo de la agrupación Habana Ensamble se echaron, al igual que sus...

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