Solución de conflictos: diez tesis al respecto
| Autor | Manuel Vidal Noguera |
| Páginas | 146-158 |
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Solución de conflictos: diez tesis al respecto
Manuel Vidal Noguera M.A., Colombia
I.- Introducción
No se trata de dar fórmulas sobre cómo solucionar conflictos, a eso me negaría gustoso, no habría
posibilidad real, y si la hubiera no tendríamos tiempo para desvelar los arcanos de la libertad... es
que esa cosa llamada libertad nos deja, de nuevo, enfrentando a la fortuna cuando hablamos del
pensamiento humano, y este escapa a fórmulas. Son tantos sus –nuestros- grados de libertad que,
en la práctica, es infinita. No somos previsibles, y tanto tememos a la libertad, en especial de
pensamiento, que al libre le llamamos loco, pues nos sentimos mejor menospreciando a quien no
comprendemos que aceptando nuestra incapacidad de comprensión sin esfuerzo, y allí se
concentra buena parte de la causación de conflictos: en el miedo y en el rechazo. El miedo
incluye el miedo a la libertad, el miedo al amor, el miedo a reconocer el error, más que el miedo
al error mismo, el miedo a la oscuridad y a la transparencia, a la luz, el miedo a la risa –como en
Melk, en la novela de Eco- en fin, el miedo a ser humano. El rechazo se emparienta con el miedo,
rechazamos lo ajeno, rechazamos al otro, rechazamos lo otro, lo que proviene de otro yo, o de
otro que no sea yo, y así rechazamos al yo propio, pues este o es posible sin otro de quien
diferenciarse para construirse; también tememos a la autoconstrucción, y más aún a la
construcción interactiva del yo. En el mejor de los casos, -por vía de la dialéctica- nos hemos
acostumbrado a abrirnos a la mitad de lo que el otro ofrece, siendo la aceptación de la mitad del
otro el costo que pagamos por la inclusión de nuestra de mitad en lo que –usualmente- llamamos
acuerdo, que en realidad, solamente es un medioacuerdo, o si se quiere un semidesacuerdo o un
mediodesacuerdo, ese es el resultado de la dialéctica, la feliz solución del desacuerdo por vías de
“la lógica de la contradicción”. Pero no es lo mejor para un conflicto que toca a los Mundos del
Mundo de la Vida: el objetivo, el normativo/social y el subjetivo. Creo que la dialéctica, en el
mejor de los casos, sirve para jugar juegos lógicos que no busquen más que pretensiones formales
de validez, si se le permite pasar por encima de la facticidad afirmando absolutos. Para muestra
hay botones en la fatalidad de la evolución al comunismo, trazada por Marx y Engels sobre la
dialéctica hegeliana. El "arte dialéctico" (διαλεκτικη τεχνη)? no sirve para crear por su
linealidad, de hecho, en Atenas solamente se le usaba en el ágora para regular la forma de
dialogar de forma racional. En todo diálogo existen al menos dos λογοι contrapuestos (de ambos
interlocutores), y en la dialéctica se parte de que hay esos dos lógoi -razones- y que existe un
enfrentamiento entre ellos sin involucrar a las partes que los enuncian, (donde se presupone
también que existe un acuerdo sobre el estar en desacuerdo, pues sin ello ni tendría sentido hablar
para convencerse mutuamente), y esto sí que es rescatable, pero su linealidad de avance
solamente permite seguir por un camino zigzagueante (dentro de límites de ancho de banda,
también preestablecidos), lógicamente ya hecho antes de andarlo, cosa que impide explorar lo que
ocurre o puede ocurrir a los lados del camino, por fuera de lo preescrito, y así pues nos deja en lo
escrito por esta senda formal ya preestablecida. Es algo de lo que pasó con el Capital y el
Manifiesto de Engels-Marx: cercenaron la libertad humana de un tajo con la inexorable fuerza de
la ley de la dialéctica que rige a la economía y a la sociedad –en general- como la gravedad rige el
curso de los astros, cosa que ocurrió de igual manera con el liberalismo cuando redujo las leyes
sociales a leyes del mercado, tan inexorables como las leyes de la mecánica a los objetos físicos,
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