¿Sin un solo disparo?

AutorLuis Astorga

Publicamos fragmentos del libro ¿Sin un solo disparo? Inseguridad y delincuencia organizada en el gobierno de Enrique Peña, editado por el Instituto de Investigaciones Sociales, de la UNAM. Sin un análisis crítico de los niveles de lenguaje utilizados para hablar de fenómenos complejos, como los relativos a la seguridad, las organizaciones delictivas y los agentes sociales del campo delictivo, no es posible construir de manera más apropiada en el terreno simbólico categorías y esquemas de percepción con capacidad explicativa. Es un trabajo difícil, colectivo y de larga duración que implica rupturas epistemológicas, autocrítica y abandono de etiquetas adictivas y obsesivas que reproducen un discurso circular autocomplaciente que se ignora como tal. Repetir ad nauseam el prefijo, sufijo, sustantivo y adjetivo "narco" para todo lo que tenga que ver con el circuito económico de las sustancias psicoactivas ilegalizadas -sin tomar en cuenta sus propiedades y su clasificación farmacológica- y sus agentes sociales, o "cártel" para cualquier organización delictiva dedicada al negocio de las drogas, independientemente de sus características particulares, como la diversidad de actividades delictivas, el número estimado de miembros, la estructura, la división del trabajo, y el peso relativo en el campo delictivo y el mercado de las drogas ilegalizadas, es despojar de sentido a las palabras y los conceptos y convertirlos en etiquetas mágicas que con el solo hecho de pronunciarlas y escribirlas revelarían el significado profundo y el conocimiento apropiado de fenómenos diversos y multicausales. Esa ilusión de comprensión se basa en el desconocimiento de la socio-génesis de las palabras, las etiquetas, los conceptos y su ámbito de validación. Si las palabras y los conceptos se usan de manera indiscriminada para englobar lo distinto y particular dejan de ser útiles para avanzar en el conocimiento. Estados Unidos ha logrado imponer en muchos campos su visión del mundo, las categorías y los esquemas de percepción sobre diversos fenómenos. Desde principios del siglo XX estableció de manera arbitraria en la Harrison Narcotics Tax Act de 1914 la subsunción de diferentes sustancias psicoactivas como "narcóticas". Legisladores de otros países, como México, repitieron el mismo error conceptual, ignoraron la distinción y clasificación farmacológica basada en la investigación científica de las distintas sustancias psicoactivas, y codificaron en leyes esa aberración. Esa imposición de sentido no ha contribuido a mejorar el conocimiento, aunque ese no sea el fin de las leyes, sino de la ciencia, pero sí ha tenido impacto en la reproducción y legitimación de un discurso centrado en un multiplicador lingüístico utilizado a la manera del fetichismo. No será el único componente de ese discurso; en el proceso histórico de su construcción se agregarán otros elementos también importantes, retomados de disciplinas como la economía, tales como el concepto de "cártel", pero despojado de su significado preciso en esa disciplina y aplicado, también de manera arbitraria y fetichista, a una innumerable cantidad de organizaciones delictivas cualitativamente distintas. En ambos casos, la distorsión del significado original ha dado lugar a un discurso...

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