La Alcazaba/ La solidaridad, el mejor estímulo

AutorLuisa Fernanda Cuéllar

Muchos trabajadores de nuestro país se sienten asfixiados por la situación que se está viviendo, sobre todo en cuanto a las oportunidades de trabajo, ya que muchas empresas han decidido rescindir contratos a causa de sus problemas financieros. Esto se percibe como una cadena que no trae consecuencias positivas al final de la misma.

Si las empresas están pasando por una recesión que les hace imposible mantener activa a toda su planta, las personas que se quedan sin sus fuentes de trabajo vislumbran un panorama difícil, ya que al no contar con ingresos, su vida pende de un hilo que en cualquier momento se puede romper.

Pero pese a todos los puntos negativos que se puedan presentar en el horizonte más próximo, existe algo que revitaliza al ser humano, que le hace sentir motivado y que le provee de la fe suficiente para reunir fuerzas y ver la vida de otro color. Este algo a lo que me refiero se llama esperanza, y no nace de cualquier sitio, proviene de otros seres humanos, no de instituciones públicas o privadas, ni del Congreso, ni del Poder Ejecutivo, ni del Poder Judicial, ni del proselitismo electoral, ni de los intentos del Presidente por convencernos de su nueva ley hacendaria, ni de nada que se le parezca. Tiene sus orígenes en lo más entrañable que poseemos, que es la solidaridad.

Este sentido solidario últimamente tan en desuso, se presentó a mi puerta la semana pasada y me hizo caer en la cuenta de que la humanidad no ha perdido su esencia, aquello para lo cual fue creada. La solidaridad bien entendida resulta un bálsamo de paz y alivio para los que por una u otra razón se están enfrentando a obstáculos inesperados que provocan que el hacer laboral de todos los días se tropiece con más de alguna piedra en el camino.

La actitud positiva y conciliadora con la vida que se puede recibir de quienes nos rodean es capaz incluso de generar un cambio en la perspectiva que se tenga a futuro, tanto de las cosas como de las personas. Lo mismo sucede en una empresa, cuando hay alguien que se hace uno con nosotros y nos impulsa con su apoyo y su palabra. Entonces, las circunstancias, por adversas que sean, adquieren otra dimensión. Nos sentimos menos solos, menos indefensos, menos a la deriva y retomamos las fuerzas que un día creímos debilitadas para reanudar con más ahínco el camino del éxito.

Yo lo experimenté la semana pasada y hoy necesito dar este testimonio, porque cuando menos me lo esperaba, una llamada telefónica cambió mi entorno. Y a...

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