La sobrina sin remedio / El Chiquito

AutorMelody Petite

El Anal, ese orgasmo femenino al que por mucho tiempo le había temido.

En comparación con otras chicas que para no perder "la virginidad" dejan que les den por el chiquito, yo no pienso igual, siento que están dando lo mejor de lo mejor, es el lugar más estrechito y con muy poca elasticidad cumpliendo los requisitos de un pene para su placer, es por eso que por mucho tiempo estaba renuente, pensaba que las chicas que practicaban el sexo anal era por que sus va-gia-gias eran defectuosas (ya saben que cuando tienen hijos de forma natural, ésta se expande y muchas veces no regresa a su tamaño normal, a menos que la ejerciten con los ejercicios Kegel que les he platicado) y no aprietan tanto como quisiera el hombre, ahora sé que algunas veces sí empiezan a practicarlo por ese motivo y a veces no, a veces es simplemente por el gozo.

Yo tenía mucho miedo de hacerlo, de no disfrutarlo y aparte desgarrarme mi asterisco y es que la puerta trasera está diseñada sólo para que salgan las cargas, pero no para recibir toda la mercancía y mucho menos de la magnitud del paquete de @ElGran_Erick, pero aún así investigaba, además hablaba con mis mejores amigos, que son gays, para que me dieran consejos o al menos me calmaran los nervios, pero al final del día si yo no quiero hacer algo, no lo hago sólo porque no tengo las ganas y si lo llego a hacer sé que me saldrá mal o no lo disfrutaré; yo sabía que en mi puerta "reforzada" no entraría nada y mucho menos si me lo están pidiendo a cada rato, eso es algo que Erick entendió desde hace tanto tiempo y nunca me insistió.

Hasta que una noche vimos "El último tango en París" y esa famosa escena en la que Marlon Brando le unta mantequilla en el chiquito a Maria Schneider, me prendió tanto que le pedí a Erick que me lo hiciera, obvio no usamos mantequilla porque no me gusta desperdiciar la comida y preferí que el lubricante me ayudaría más en esa embestida, pero fue en vano, la verdad que sólo logró entrar la cabecita y yo ya estaba llorando aunque él lo hacía lo más lento que podía y con una delicadeza como si me tocara con los pétalos de una flor.

Después de leer varios artículos acerca del sexo anal comprendí que tenía que dejarme llevar, disfrutarlo al máximo, saber que ese acceso también era para dar placer, de hecho Ernst Gräfenberg, el investigador alemán que descubrió el punto G, creía que la postura ideal para estimular esa zona (y obtener la máxima excitación) era la penetración por detrás, ahora como...

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