Sobreviven... con VIH - sida

AutorJuan Carlos

Me enamoré profundamente de Servando, e iniciamos una relación sentimental desde hace dos años.

Cuando lo conocí, él decía que estaba resfriado y no le di mayor importancia. Pasaban las semanas y el malestar continuaba. ¿Será una alergia producida por el aire acondicionado de la fábrica donde trabaja?, ¿es un efecto del clima hostil donde vive?, nos preguntábamos.

Luego vino la inapetencia y la falta de energía, al mismo tiempo estaba perdiendo peso dramáticamente, y la tos era cada vez más agresiva.

Acudimos a distintos especialistas en enfermedades de las vías respiratorias, y el diagnóstico era el mismo: se trataba de alguna bacteria cada vez más resistente a los antibióticos.

Fui haciendo recuento de esos síntomas, y el fantasma comenzó a cobrar forma: pérdida de peso, tos seca, sudoraciones nocturnas, ineficacia de los antibióticos...

Lo convencí de acudir a consulta al Seguro Social, pero ante el médico negó su orientación sexual, a mí como pareja y, sobre todo, la posibilidad de estar infectado por el VIH.

Comprendí entonces que más allá del VIH, el principal enemigo a vencer era el miedo a saber si estaba infectado, a perder el empleo, y a ser rechazado por todos.

Decidí enfrentar la situación, y tomé las riendas del asunto; busqué y encontré toda la información a mi alcance. En pocos días me convertí en un experto en el tema, estaba listo para confrontar a Servando.

Le mostré que era evidente que tenía que asumir que quizá...

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