Sobrevive Antigua al pie de los volcanes

AutorTeresa Aguilar Larrucea

"Antigua es la ciudad más romántica del mundo", dijo Aldous Huxley sobre la llamada "Ciudad de las Rosas". Un lugar en el que se respira un ambiente tranquilo y sosegado, y una de las urbes coloniales que mejor refleja la tenacidad del hombre por resistir una naturaleza violenta de terremotos.

Su historia es larga y azarosa; Pedro de Alvarado derrotó a los cakchiqueles y fundó en 1524 la Ciudad de Santiago sobre las ruinas mayas de Iximché. Las continuas luchas con los indígenas obligaron su traslado a las faldas del Volcán Agua, que en 1541 la sepultó de lodo. Y eligieron su nueva ubicación en el Valle de Panchoy, por donde discurre el Río Pensativo. Un sitio de belleza natural y de clima suave, rodeado de volcanes que son visibles desde cualquier punto (Agua, 3 mil 766 metros; Fuego, 3 mil 763, y Acatenango, 3 mil 975).

La docena de temblores, terremotos y epidemias del Siglo 16 al 18 requirieron un esfuerzo extra a sus pobladores, hasta que los tres terremotos de 1773 vencieron a las autoridades y Carlos III dio la orden del abandono de la entonces capital y su traslado a un nuevo asentamiento, hoy Ciudad de Guatemala de la Asunción. Con sus habitantes perdió también su nombre: La Muy Noble y Muy Leal Santiago de los Caballeros de Guatemala pasó a ser conocida como Antigua.

Como capital del Reino de Guatemala, que comprendía desde Chiapas (México) hasta Costa Rica, gozó en sus múltiples reconstrucciones de fuertes apoyos económicos, convirtiéndose en el Siglo 18 en un importante centro urbano de 60 mil habitantes de un esplendor comparable con México o Lima. A diferencia de éstas, Antigua, con la mitad de habitantes que entonces, conserva hoy su estilo colonial salpicado de ruinas de conventos e iglesias y con las casas pintadas de alegres colores.

Se urbanizó siguiendo el modelo cuadriculado en torno a una gran plaza donde se ubican la Catedral, el Palacio Arzobispal, el Palacio de los Capitanes Generales, el Ayuntamiento y el Portal de las Panaderas. Las viviendas, alineadas en las calles empedradas, son de muros gruesos, amplias, de una planta con patios ajardinados y fuentes, balcones con rejas de forja adornados de flores y una gran puerta en la entrada. Declarada por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad, las normas municipales obligan a la conservación del estilo colonial.

Mezcla de estilos, riqueza en resultados

El recargado barroco entusiasmó a los indígenas mayas, que lo incorporaron a su expresividad en textilería, cerámica y...

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