Sobreaviso / ¿A dónde va Andrés Manuel?

AutorRené Delgado

Pasado mañana, Andrés Manuel López Obrador hará pública una decisión importante para sí y para el conjunto de la izquierda mexicana.

Con una base social considerable pero movediza y un consenso político decreciente, López Obrador habrá de erigirse como presidente legítimo e instalará su gabinete de sombra. Cada paso y acción resultará determinante en su destino pero, sobre todo, en el destino de una izquierda que, aun cuando no lo parezca, está frente a una oportunidad histórica.

Andrés Manuel López Obrador trae una enorme responsabilidad política sobre sí, ojalá la sepa conducir y asumir. La izquierda no se resume en él, pero sí puede perderse o crecer con él.

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Desde el arranque de su carrera, Andrés Manuel López Obrador se distinguió por alentar, armar y encabezar movimientos sociales de importancia no siempre sabiéndolos articular con el quehacer político institucional y no siempre decidido a separarlos de ese quehacer.

De hecho, cuando encabezó al PRD no supo elaborar el concepto que explicara aquella idea de que esa organización era un partido en movimiento. Lo resolvía en el discurso, no en la práctica política. Como quiera, mostró enorme habilidad y audacia política. El perredismo tuvo un momento de ascenso cuando el tabasqueño lo dirigió. Ganó plazas y posiciones de importancia y tuvo una mayor y mejor implantación en la escena política.

En cierto modo, la combinación de esa fuerza con la presencia entonces de Cuauhtémoc Cárdenas hizo que el perredismo hiciera suya la capital de la República que, aun hoy, constituye su principal enclave.

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Por ese camino y siempre dejando ver su madera de líder, Andrés Manuel llegó a ocupar la jefatura del gobierno capitalino.

Puede debatirse o no si la obra pública que emprendió era la indicada, pero es innegable que supo mostrar algo en extremo importante para la izquierda: el poder y el saber construir. Prácticamente desde la regencia de Carlos Hank, la obra pública en el Distrito Federal no tenía registro. En el mejor de los casos, la ciudad se administraba y punto. López Obrador dio el giro. Construyó los segundos pisos, rehabilitó el Paseo de la Reforma, rescató el Centro Histórico, echó andar el turibús y el metrobús y, fuesen o no obras de relumbrón, mandó un mensaje que ni Cuauh- témoc Cárdenas transmitió: la izquierda podía y sabía gobernar, la izquierda podía y sabía construir. En particular, la pensión mensual a la tercera edad fue un enorme acierto político y social. Tan lo fue que...

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