SOBREAVISO / La tregua

AutorRené Delgado

Aun cuando lo presumió como una decisión, Donald Trump estaba negado para acudir a la ceremonia de transmisión del poder en el Capitolio. Imposible su asistencia. Tras instigar la toma por asalto de ese recinto, hogar por antonomasia de la democracia en el país vecino, hubiera estado fuera de lugar. Cómo ir a entregar el poder, si quería retenerlo a toda costa.

De ahí su salida por la puerta de atrás de la Casa Blanca, llevando por equipaje la deshonra fruto de su satrapía y por capricho la amenaza de volver. "Hasta pronto, los queremos mucho: regresaremos de alguna forma".

Si la conclusión del enjuiciamiento no condena la zafiedad de Trump con la inhabilitación política y, con ello, conjura la posibilidad de reanimar a sus fanáticos, lo visto en Washington -la agonía y el éxtasis de la democracia- no acabará. Será una tregua, no el fin de la guerra incivil, como la describió Joe Biden.

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Durante el primer y el tercer miércoles de este año, la colina donde se asienta el Capitolio fue teatro de dos actos extremos. La ofensa y la defensa de la democracia: la tentación de acabar con ella y la convicción de resguardarla desde ella. Debilidad y fortaleza en sendos episodios.

Si el miércoles 6 de enero el Congreso sufrió el asedio de hordas ansiosas por fracturar los cimientos de la democracia y entonar su réquiem, a ritmo del tam-tam de la barbarie; el miércoles pasado, gozó su reivindicación como sede de la civilidad política con juramentos, discursos, cantos y poesía. La insalubridad y la inseguridad marcaron ambas fechas, exhibiendo heridas profundas aún sin cicatrizar.

Si el primer miércoles los rostros descubiertos fueron gesto de cinismo, el uso de cubrebocas durante el segundo fue muestra de civismo. Si durante el primero, la carga violenta contra un inconcebiblemente flaco cuerpo de seguridad expuso la democracia; durante el segundo, el despliegue de fuerza oficial y el tendido de vallas y filtros la aseguró, inhibiendo la violencia que combustiona la política. Si al primer acto muchos entraron a fuerza; al segundo, contados fueron los invitados.

Impactos y símbolos de la pandemia generada por el virus y de la ira provocada por la vesania de un político advenedizo. Hoy, la sana distancia y el confinamiento aplican para la crisis sanitaria y la crisis política.

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Ciertamente, esta vez el relevo del poder presidencial en Estados Unidos fue distinto.

La ceremonia fue aislada, las pantallas fueron la ventana para verla. Aun así, la...

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