SOBREAVISO / El próximo presidente

AutorRené Delgado

Es prematuro hablar del próximo jefe del Ejecutivo, pero no sobra por cuanto está ocurriendo. La acción y la actuación disfuncional de partidos y políticos podrían, a la vuelta de unos cuantos años, abrir la puerta a tentaciones electorales que, a la postre, resulten funestas para la democracia y la libertad.

Si la administración de Andrés Manuel López Obrador no se erige en gobierno y falla en su gestión, no podrá descartarse la posibilidad -por no decir, desesperación- ciudadana de buscar refugio político en personajes que, como visto, explotan (en la doble acepción del término) la situación y las instituciones.

No hay novedad en esto. Personajes de esa calaña hoy andan campantes por los pasillos del poder fuera y dentro del país. Ahí están los Jair Bolsonaro, los Donald Trump, los Rodrigo Duterte y, en la escala bonsái, los Cuauhtémoc Blanco, los Jaime Rodríguez... El elenco es cada vez más granado.

· · ·

Con Morena en el poder, encabezado por Andrés Manuel López Obrador, el país agotó el menú político ofrecido por los principales partidos. Y si, al término del sexenio o aun antes, la ciudadanía no advierte eficacia en el gobierno y alternativa en la alternancia, aquel impulso no puede ignorarse.

Será menester considerarlo porque el electorado habrá ensayado y agotado sin éxito las opciones partidistas. Tal cual ha ocurrido en Morelos y Nuevo León, donde se probaron todos los partidos y, luego, en la desesperación se optó por candidatos sin partido, más brillosos que brillantes, más prometedores que cumplidos, más famosos que conocidos, más domesticados que broncos y, aun cuando el legado final todavía está por verse, el anticipo es desastroso.

Caer dentro de cinco años en esa tentación sería terrible. No sería asomarse al precipicio político, sino arrojarse a él.

· · ·

De ahí la importancia de la acción y actuación de Andrés Manuel López Obrador y su partido, que aún es movimiento sin dirección.

Si el Ejecutivo no fija el mapa, la ruta, el itinerario y, desde luego, el destino, cualquier estatua o monumento que en su honor se erija tendrá pies de barro. Si falla, el efecto no dañará la figura que de sí mismo se imagina, sino al país entero: pobres y ricos, chairos y fifís, amigos y adversarios, sabios e ignorantes, conservadores y liberales, corruptos y honestos... Lastimará al conjunto de esa composición dual sin matices que, al entender del mandatario, integra el universo mexicano.

Al frente de la principal posición de mando en el...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR